Diario de León

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Algunos ciudadanos españoles le han descubierto recientemente. Otros ya tenían constancia de su existencia desde hacía unos cuantos años. Fue cuando, políticamente destetado —la mama es la mama— y despejado el camino —primero la familia—, consiguió encabezar la candidatura del PSOE a la alcaldía de Valladolid. Aparecía en escena —el teatro es lo suyo— el político del paleolítico. El político para quien las palabras son como piedras arrojadas contra sus adversarios políticos. Y lo hizo, por encargo de su amo, mostrando las peores de sus trazas en el debate de investidura de Núñez Feijóo. Alguien tenía que representar el momento más cómico del circo. No lo hizo el titular; tampoco un reserva. El elegido fue el del botijo. «El sanchismo traía preparada de casa una respuesta fuera de foco… Y para semejante operación no se sirvieron de Patxi López ni de Adriana Lastra, buscaron al portavoz adecuado, Oscar Puente» (M. A. Aguilar). «Se subió el jabalí a la tribuna y expulsó un vómito de bilis, poniendo el hemiciclo perdido de basura… Fue un acto de suprema jactancia y chulería que Sánchez perpetró… al elegir, de entre sus 121 diputados, al energúmeno más zafio y servil del rebaño» (I. Varela). «Puente fue la cagada de una sesión en la que ganó la corrección, la educación y el respeto. Puente pisó la caca y no quiso salir de ella» (J. Van-Halen).

Esperar hasta la investidura de Núñez Feijóo para conocer a Óscar Puente, «uno de los socialistas peor educados» (E. Aguirre), no lo ha sido en nuestro caso. Hace cinco años, en esta tribuna, bajo el título ‘Óscar Puente, dimisión’, con motivo del lamentable incidente protagonizado por el ya alcalde de Valladolid con Pilar Vicente, concejala y portavoz de Ciudadanos en el referido consistorio, escribíamos que Puente, además de mostrar «poco estilo y falta de respeto, denotaba soberbia, desprecio y complejo de superioridad, siendo motivo para que hubiera dimitido inmediatamente… Por higiene democrática y para dignificar la corporación que preside, debería presentar sin más demora su dimisión irrevocable. No hacerlo voluntariamente, o a requerimiento de concejales y compañeros de partido, deberían ser sus socios de gobierno municipal quienes forzaran su marcha del Ayuntamiento para ser reemplazado en el cargo por otra persona con una imagen pública más presentable. El comportamiento puesto de manifiesto aquel día por Óscar Puente, que no era la primera vez en el que incurría,… ¿puede ser calificado como agresión? No física, faltaría más, pero tal vez ¿agresión verbal?, con la que se busca, en el fondo, eliminar a quien se ve como un peligro para sus intereses políticos, y que, además, deja evidentes secuelas políticas, no en el agredido sino en el propio agresor… Lejos de pedir disculpas, Óscar Puente continuó con su actitud beligerante… Evidenciar poco talento, mostrar malos modales y faltar al respeto a personas e instituciones, no son los mejores avales para ostentar la máxima representación y ser primera autoridad de un ayuntamiento, que en el caso de la institución vallisoletana, nunca había conseguido un nivel de degradación tan grande… Valladolid, para regenerar su alcaldía, necesita una persona trabajadora, honesta, respetable y respetuosa. ¿Lo es Óscar Puente?».

El 20 de enero de 2021, también en esta tribuna, bajo el título ‘Haz que pase’, contábamos que «muchas han sido las ocasiones en las que Óscar Puente, durante los años que lleva rigiendo el consistorio vallisoletano, se ha comportado con torpeza y desacierto. Nada extraño en una persona que evidencia poco talento, falta de madurez política y que ejerce sus responsabilidades con soberbia, tretas y malas mañas. Sus gruesas carencias, flacas cualidades y falta de respeto a instituciones y personas, no son los mejores avales para ser la primera autoridad de un ayuntamiento y ostentar su máxima representación… Sus salidas de tono y nula contención en sus declaraciones han ocupado su tarea diaria. De su mala educación no se han librado ni propios ni extraños. Arremetió contra referentes históricos de su propio partido (Nalda, Laborda, Quijano, entre otros) de los que dijo que ‘no les queda ni la autoridad moral’. Refiriéndose a la Gestora del PSOE aseguró ‘preferir mirar con el rabillo del ojo a la izquierda que estar con el culo en pompa hacia la derecha’. Calificó a dirigentes del Partido Popular de ‘panda de indecentes’ al poner en duda el falso master en Dirección Política con el que adornaba su curriculum. Señaló a Albert Rivera como ‘pagafantas de Casado’. Cuestionó la independencia del Procurador del Común, Javier Amoedo, al que acusó de estar ‘al servicio del PP’… Y sobre los medios de comunicación, por informar del plagio de la tesis de Pedro Sánchez, afirmó que ‘se dedican a cultivar el género de la basura ficción, no tienen rigor ni ética periodística, mienten e inventan deliberadamente’... De su reprobable actitud sectaria, antidemocrática y prepotente no se han librado ediles de la oposición… Tampoco estuvieron libres de sus dardos dialécticos los trabajadores de Auvasa… Varias sentencias le han quitado la razón… Los vecinos de pucela se merecen un regidor preparado, solvente y con visión de futuro», no un político del paleolítico.

P.D.: «En el incidente protagonizado por el psicólogo pucelano Lucas Burgueño… no hubo violencia ni intimidación… Jarabe democrático, lo llamaban hasta hace dos días» (A. Pérez Giménez). Vistos los videos, en ningún momento Lucas Burgueño increpa a Óscar Puente. No es lo mismo interpelar que increpar. Y por si hubiera alguna duda, ni la interventora del tren encontró motivos para que Lucas Burgueño fuera desalojado, como requería insistentemente Oscar Puente en un acto de soberbia, ni el atestado policial de los agentes que se personaron en el vagón refleja insultos, amenazas o agresión alguna. La trompetería mediática y sectaria sanchista miente, como es habitual.

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