Diario de León

No a la guerra. Ni en Gaza, ni en ningún otro rincón

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En las zonas de guerra, los hospitales son suelo sagrado. El 17 de octubre el Hospital Árabe Al-Ahli, en Gaza, sufrió un ataque mortal. Poco después, el Ministerio de Salud Palestino informó que cerca de 500 palestinos habían muerto en la explosión, más un número indeterminado de heridos y desaparecidos que engrosarán esa cantidad. El hospital Al-Ahli, también conocido como Anglican Episcopal Hospital, pertenece a la diócesis episcopal de Jerusalén. En él miles de palestinos inocentes buscaban refugio ante los bombardeos. Allí es donde los ya heridos estaban esperando ser curados, los enfermos para ser tratados y los moribundos para morir con dignidad. Es donde los padres, los abuelos y los niños intentaban dormir, buscando refugio de los ataques aéreos que no cesaban. El Hospital Al-Ahli no era solo un hospital. Era un santuario.

La explosión del día 17 no fue la primera que los hospitales de Gaza han sufrido. Muchos médicos en hospitales en zonas de evacuación en Gaza han dicho que no era seguro mover a sus pacientes enfermos, por lo que se negaron a abandonarlos, arriesgando sus propias vidas. El arzobispo anglicano en la Tierra Santa, enfatizó que están decididos a mantener abiertos tanto los hospitales como las iglesias durante la guerra. Incluso después de los acontecimientos del día 17, dijo que el hospital al-Ahli seguirá funcionando y abierto a los que lo necesiten.

Los periódicos dicen que hubo una «explosión», sin citar autor. Cada lado culpa al otro, y nadie quiere asumir la responsabilidad de tal carnicería. Y sin embargo, los muertos permanecen muertos. Puedes reconocer a muchos niños en las fotos, sus pequeñas piernas o sus manos que aparecen por debajo de las mantas. Durante la guerra, personas de todas las religiones se refugian en las iglesias, no sólo los cristianos. El padre Elías, sacerdote de una iglesia ortodoxa griega en Gaza que albergaba tanto a cristianos como a musulmanes, dijo recientemente en una entrevista a la prensa palestina: «La guerra no conoce religión». Las bombas que caen sobre los refugiados no les piden el documento de identidad, seas musulmán, judío, protestante, católico u ortodoxo, seas niño o abuelo. Simplemente caen. Y los que sufren lo hacen juntos, esperan juntos, lloran juntos, rezan juntos.

Quiero subrayar que la explosión del día 17 fue en un lugar santo. Es por eso que una declaración emitida por la Diócesis Episcopal de Jerusalén calificó el ataque a su hospital como «sacrílego» y escribió que «los hospitales, según los principios del derecho internacional, son santuarios, pero este asalto ha transgredido estos límites sagrados». La declaración de los Patriarcas y Jefes de Iglesias en Jerusalén calificó el ataque como una «horrible destrucción de un santuario de compasión y curación en Gaza». Después de los primeros momentos de horror e incredulidad de lo que estás viendo y oyendo en los medios, comienzas a darte cuenta de la magnitud de la tragedia de las familias de Gaza que son incapaces de encontrar un lugar seguro durante esta guerra. No hay ningún lugar seguro. Estas personas inocentes escaparon al lugar que pensaban que era seguro y luego murieron en él. Este hospital de Gaza debe ser el punto de inflexión para que desde ahora se dé un alto el fuego inmediato, se abran corredores humanitarios para tratar a los enfermos y heridos y poner fin a este ciclo de violencia, que sólo está provocando muertes y más muertes en ambos lados.

El Papa Francisco convocó a un día de ayuno y oración el 27 de octubre, diciendo que la guerra «borra el futuro». El arzobispo Anglicano de Jerusalén, en una conferencia de prensa, también pidió a las personas de buena voluntad de todo el mundo que intervengan para detener la guerra. Después de pedir un día de luto por los que murieron en el ataque al hospital de Gaza, dijo: «Esperamos que la gente llegue a la conclusión de que basta con esta guerra. Basta ya con las vidas que se han perdido».

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