Diario de León
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«Madrid, Madrid, ¡qué bien tu nombre suena/ rompeolas de todas las Españas!», escribe A. Machado. Este «pueblón manchego»(M. de Unamuno) ha sido capaz de manifestarse sin puertas y con fronteras en el infinito, también por ser la ciudad que, actualmente, más diáspora leonesa acoge, concretamente 48.706 de los 199.649 leoneses migrados a otras provincias hispanas; le siguen Asturias con 25.938, Barcelona con 20.886 y Valladolid con 10.163. Estos datos relativos a la demografía de la provincia de León los cifra el INE en 2022 de modo que uno de cada tres leoneses emigra.

Madrid es el tercer «municipio» leonés tras Ponferrada y León capital; pues bien, a pesar de estos datos el callejero madrileño que da cabida a otros municipios leoneses: Astorga, La Bañeza o Ponferrada, por ejemplo, no encuentra espacio para León ciudad ni para el Reino o Región leonesa. Esta ausencia la capital leonesa la comparte solo con Vitoria; mas, al contrario, si bien bajo la denominación de «avenida de», León a Madrid le concede un espacio relevante en su mapa urbano.

En el callejero madrileño existe «calle del león», mas esta denominación refiere la existencia de un león enjaulado, fiera exótica en el siglo XVI, que un indio mostraba previo pago. En esta calle, además, se hallaba el mentidero de «Los comediantes», en ella vivieron Cervantes y Benavente, acogía cafés populares y fue la primera calle madrileña que estrenó alumbrado eléctrico con motivo del III Centenario de la edición de la I Parte de El Quijote; para evitar equívocos, pues, tal calle solo responde a la razón zoológica señalada.

Tanto desde el Ayuntamiento de León como desde La Casa de León en Madrid, en años recientes, se solicitó al alcalde madrileño que se atendiera «este olvido» para con León ciudad y Región o Reino, así como para con el relojero, el cabreirés Losada, autor y donante del singular y universal reloj de la Puerta del Sol, que también carece de reconocimiento. Resultado: sin respuesta del Regidor municipal .

Son llamativos estos y otros olvidos leoneses e incluso resultan, comparativamente, agraviantes dada la presencia secular de «lo leonés» en la capital de España. A modo de resumen, debemos recordar que en 1083 y, luego, en 1085, tras recuperar Toledo, el rey leonés Alfonso VI, «el Bravo», conquistó Madrid (Mayrit), que se hallaba en manos de los agarenos. Un valeroso soldado leonés de las huestes de «el Bravo» escala auxiliado por una daga las murallas, ante la hazaña el rey exclama: »este hombre ha escalado como un gato». El soldado recibe la expresión real como elogio y decide cambiar su apellido y fijar con felino el escudo y heráldica propios, que antecede al oso; de ahí deviene el sobrenombre de «gato» a los madrileños, si son valientes. Durante el reinado de este rey se descubre la imagen de santa María en el interior de la muralla (almaina o almudena) que da nombre a la Virgen, la Almudena, patrona de Madrid, y durante este período vive san Isidro, el patrón.

Muere el monarca, 1109 en Toledo, y los almorávides, nuevos invasores islámicos, recuperan la plaza, excepto el alcázar construido por el emir Muhammad I, pero la abandonan debido a la peste que atacó a la población en 1109. Otro rey leonés, Alfonso VII, «el Emperador», recupera el enclave y reside temporalmente, colma con privilegios, ordenanzas y fueros a la vez que cede montes y sierras para leña y pastoreo.

No obstante, ha de recordarse que otro rey leonés anterior, Ramiro II «el Invicto», a mediados del siglo X entró en la fortaleza Mayrit, pequeña pero bien fortificada. Desmontó las defensas y regresó a León. El enclave en ese momento no era de interés y se hallaba lejano respecto de la frontera leonesa. Abd Al-Rahman III ordena reedificar las murallas.

Los leoneses han aportado grandezas y riquezas culturales a la ciudad del oso y el madroño; tras la desamortización, sea otro ejemplo, el maragato Alonso Cordero, quien alcanzó la presidencia de la Diputación de Madrid, fue agraciado con el primer premio de la lotería nacional y, a falta de liquidez, el Estado le abonó parte del premio con el solar del derribado colegio de san Felipe donde construye «La casa Cordero», actual número 1 de la calle Mayor que arranca en la Puerta del Sol, obra civil considerada la más representativa de mediados del XIX; el tiempo, como se indicó, en «La casa Correos», actual sede de la Presidencia de la Comunidad madrileña, lo marca el reloj de Losada. Aquí «se dan las 12» cada 31 de diciembre y se inicia el nuevo año, también arranca el kilómetro «0» que irradia las vías terrestres hispanas.

Se estima que son suficientes motivos para atender la humilde petición: la merecida presencia leonesa en el callejero madrileño; pero, se pudieran sumar otras. Creadores leoneses, por ejemplo, José María Merino, Julio Llamazares o Ricardo Magaz, entre otros, y, últimamente, José Antonio Martínez Diez, Relatos madrileños , han situado la acción de sus obras en los espacios de la ciudad del Manzanares. Al tiempo, la Casa de León, en la castiza calle del Pez, mantiene febril actividad cultural.

La aportación leonesa a Madrid, por lo expuesto, es señera, única. Además de la fuerte presencia demográfica, estas aportaciones culturales dan singularidad a esta populosa capital, identifican y señalan. Las manufacturas que se generan en los necesarios polígonos se logran en cualquier parcela y lugar de igual manera la diversidad de modalidades de servicios u otras actividades humanas, pueden suceder en cualquier espacio, pero no caracterizan. Las señas culturales se graban en la piel de la ciudad como tatuaje indeleble. Son símbolos, en este caso, leoneses de creatividad que han de reconocerse; ciertamente más representativos de libertad que la elección de dónde tomar una caña, por ejemplo.

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