Diario de León

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Qué vergüenza, tener un presidente de Gobierno como el que tenemos. No hay por donde cogerle. Pero, como tantas veces se dice y nunca se hace nada, esto es lo que hay. Es lo que tenemos.

En la celebración del día grande de España, Día de la Fiesta Nacional, celebrado recientemente, de nuevo el presidente del Gobierno, nos dio una lección de cómo se huye o al menos se pretende, de los silbidos, los abucheos e incluso de la cercanía del ciudadano con sus gobernantes y Reyes. No le interesa. Era una tristeza ver la Tribuna Real sin público alrededor y sin esos aplausos que se suceden durante el desfile de las Fuerzas Armadas, durante la Gran Parada Militar. Y, todo ello, gracias a la mente calenturienta de este personaje solo preocupado por mantener su sillón en la Moncloa. Menudo ejemplo.

Por otro lado, tenemos a la de la peluquería que, en su afán de no parar de hablar, dice sin rubor, que Hamás no es un grupo terrorista.

¿De dónde sale este ser que jamás pudo imaginar que podía llegar donde ha llegado, bien es cierto que con el apoyo y aval del presidente mentiroso?

¿Por qué tiene el presidente tanta escoria alrededor? Debe ser porque él mismo es escoria.

¿Quién sufre toda esta situación? Naturalmente el ciudadano de a pie que quiere que España crezca y vaya hacia arriba y es testigo de todo lo contrario.

Otra vez han vuelto a suceder. Han vuelto los abucheos al presidente, bien es cierto que el presidente ha dicho que el culpable de los abucheos a su persona es, como no puede ser de otra forma el mismísimo sr. Feijóo que, entre otras cosas “perdió demasiado tiempo” cundo negociaba su investidura.

Es decir, que Feijóo se erige en el gran culpable de las acciones mal hechas del Gobierno en funciones. Bueno, pues ya por lo menos sabemos dónde estamos. Nos lo ha tenido que explicar él, el macho alfa.

¿Y qué me dice usted de la opinión del Gobierno sobre la guerra Israel-Hamás? Pues, aunque no se crea, nuestro Gobierno tiene opiniones para todos los gustos. Los hay a favor de Israel y los hay a favor de Hamás. O sea, otro despropósito. ¿Dónde se ha visto que un Gobierno esté internamente dividido ante una toma de posición tan importante para nuestra política exterior? Y ante esto, la gente calla y el Gobierno más aún para que no se le vea el plumero.

Me dicen mis fuentes que, no solamente existe desunión en este tema de la guerra Israel-Hamás. Parece que en le recepción que se celebró en el Palacio Real, después del desfile de las Fuerzas Armadas, también existió división. Los políticos, estaban en un salón, los civiles en otro, los economistas también juntos y en fin algo distinto a la tradición que permitía conversar a unos con otros en armonía.

Es de todo punto increíble contemplar el comportamiento del presidente buscando debajo de las piedras, los acuerdos para celebrar una investidura que le mantenga en el poder. No se puede caer más bajo. Contemplar el rostro del presidente cuando está ante dos personajes de HB Bildu es todo un poema. Está pálido, nervioso, inseguro con cara de debilidad sintiendo en su cuerpo que el jefe es el otro. Que no es él. Y que, por tanto, no manda. Mas bien tiene que obedecer. Así es la política o así, al menos, la política de este presidente que se aferra al poder como si el mundo se fuera a terminar mañana por la tarde.

Y, como si estuviéramos viendo una serie, es casi lo mismo, estamos a punto de conocer ya el final. Ojalá terminase con final feliz como suelen hacer los cuentos de los niños. Pero esto no va ni de cuentos, ni de niños. Esto es mucho más serio.

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