Diario de León

Principales aportaciones del Sínodo de la sinodalidad

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Una vez terminada la penúltima sesión del Sínodo y hecho público su informe final, los medios de comunicación se centraron en un número limitado de temas candentes, como la ordenación de mujeres, los sacerdotes casados y la bendición de las parejas homosexuales.  Al no encontrar respuesta a estos temas, muchos seguidores del Sínodo se sintieron decepcionados. Pero si leemos detenidamente el informe, podemos encontrar algunas aportaciones sorprendentes que podrían conducir a una reforma significativa de la Iglesia. 

La primera de las aportaciones es el nuevo énfasis en la participación de los laicos.  Comparada con otras iglesias cristianas, la Iglesia católica es muy jerárquica.  Esta sesión del Sínodo se estructuró de manera que las voces laicas, incluidas las de mujeres y jóvenes, fueran escuchadas y respetadas.  «El camino del Sínodo convocado por el Santo Padre implica involucrar a todos los bautizados», señala el informe. 

En segundo lugar, el Sínodo promueve la «Conversación en el Espíritu».  El término se refiere a una práctica que «permite una escucha auténtica para discernir lo que el Espíritu dice a las Iglesias». «La conversación es más que un mero diálogo, es pensamiento y sentimiento.

En tercer lugar, se reconocen desacuerdos e incertidumbres. En el pasado, la jerarquía tendía a presentar un frente común ante los fieles y el mundo. Pero en su primera página el informe reconoce «la multiplicidad de intervenciones y la pluralidad de posiciones expresadas en la Asamblea».

La cuarta aportación se refiere a las preocupaciones de las mujeres.  «Las mujeres claman por justicia en sociedades todavía marcadas por la violencia sexual, la desigualdad económica y la tendencia a tratarlas como objetos». El informe dice que en la Iglesia «es urgente garantizar que las mujeres puedan participar en los procesos de toma de decisiones y asumir roles de responsabilidad en la atención pastoral y el ministerio». 

En quinto lugar, el informe insiste en la dignidad de los pobres, advirtiendo a la Iglesia que evite «ver a quienes viven en la pobreza como objetos de la caridad de la Iglesia. Poner a quienes experimentan la pobreza en el centro y aprender de ellos, es algo que la Iglesia debe hacer».

En sexto lugar, el informe dice que la Iglesia debe abordar el tema del abuso sexual. «Es necesario desarrollar más estructuras dedicadas a la prevención del abuso».

La séptima aportación se refiere a la formación de los seminaristas y sacerdotes. «La formación no debe crear un entorno artificial separado de la vida ordinaria de los fieles».

La octava es la petición de una revisión de cómo los obispos, sacerdotes y diáconos llevan a cabo su ministerio en su diócesis, incluyendo «una revisión regular del desempeño del obispo, con referencia al estilo de su autoridad, la administración económica de los bienes de la diócesis y el funcionamiento de los órganos de participación, y la protección contra todo tipo de posibles abusos».

Novena, el Sínodo dice que los textos litúrgicos utilizados en los ritos católicos deberían ser «más accesibles a los fieles y más incorporados en la diversidad de culturas». 

Por último, en décimo lugar, planteó la posibilidad de ofrecer la Comunión a los no católicos, o lo que llamó «hospitalidad eucarística».  El Sínodo quiere promover pequeñas comunidades cristianas, «que vivan la cercanía de lo cotidiano, en torno a la Palabra de Dios y a la Eucaristía».

No es fácil encontrar estas aportaciones escritas en los medios de comunicación, pero si nos limitamos a lo que digan los medios sobre el Sínodo, podríamos perder importantes aportaciones que pueden servir para la reforma de la Iglesia.  En la misa de clausura del Sínodo, el Papa Francisco reconoció que el trabajo del Sínodo no ha terminado. «Hoy no vemos todos los frutos de este proceso, pero miramos con visión de futuro el horizonte que se abre ante nosotros», afirmó.  «El Señor nos guiará y ayudará a ser una Iglesia más sinodal y misionera, una Iglesia que adora a Dios y sirve a las mujeres y hombres de nuestro tiempo, saliendo a llevar a todos la alegría consoladora del Evangelio».

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