Diario de León

En el Centro de Salud de Matallana de Torío

Publicado por
José Carlos Robles
León

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Sentado en mi galería y observando hacía el frente del gran ventanal de mi casa en Orzonaga, mis ojos fluyen en la caída de una tarde triste, lluviosa, malaparente, pero simbólica.

Las musas en plena ebullición, despiertan en mi mente y ordenan, que con papel y boli, plasme lo sucedido en aquel entonces, basado en un hecho real de nuestra España rural y tan añorada por aquellos que están fuera.

Corría el día 22 de diciembre de 2023, día de la lotería o como dicen la mayoría de los mortales, día de la salud. En mi caso ni una cosa ni la otra, la lotería evidentemente nunca me va a tocar, porque no juego, pero a mi salud sí que le tocó degradarse, justamente el día siguiente, 23 de diciembre de aquel entonces.

Sábado glorioso donde los haya. Amanece ese día irrumpiendo en mi cuerpo, como si de una descarga eléctrica se tratara, un dolor lumbar de tal intensidad y penetrante, que invalida cualquier cuerpo por esbelto que sea. En mi vida de 63 años había sentido tantísimo dolor, sudores y sensaciones de naturaleza inhumana. Afortunadamente, como vivo y resido en Orzonaga, perteneciente al Centro de Salud de Matallana de Torío, la primera intervención médica estaba asegurada en nuestro Centro de Salud, por cierto Centro de Salud VIP donde los haya, lugar sanador que desborda profesionalidad y entrega absoluta, creo que a esto se le llama vocación y humanidad. ¡Que suerte tenemos de estar al lado de un centro de tratamiento con esta entrega!

Tres días de atención ininterrumpida por parte de nuestros grandes profesionales sanitarios. Evidentemente, la invalidez a la que estaba sometido, no permitía poderme mover en ningún sentido; tirado literalmente en un sofá de casa, y que nadie me tocara. Los médicos y enfermeras, iban todos los días a verme a Orzonaga, para aplicarme los remedios, que no hacían que la mejoría aflorase, aunque fuera mínimamente.

Es el día de Navidad, y después de visitarme nuevamente el personal sanitario, deciden enviarme en ambulancia para León a las Urgencias del Centro Hospitalario.

¡Que suerte tenemos con nuestro Centro de Salud! Sabía desde hacía mucho, que vivir en nuestra zona, aparte del encanto bucólico, diré que tenemos un centro sanitario, que bien podría ser referencia de cómo se debe funcionar en la Sanidad Primaria.

Ya lo vivimos durante la pandemia, trato exquisito, presencial y muy humano. Nunca se echaban para atrás, no les metía miedo ni el covid y seguimiento oportuno de toda la situación, fue duro, hasta tal punto podemos presumir, de que pacientes de león se acercaban, porque sabían que en nuestro Centro de Salud, les iban a atender incluso presencialmente, y me consta que hasta de Madrid vino gente cuando empezaron las vacunas covid, evidentemente a vacunarse en nuestro Centro de Salud. ¡Que lujo, verdad!, somos la España que quieren vaciar y que yo me permito decir más bien, «la España vacilada». Siempre oí a los mayores: «Es que en Madrid atan los perros con longaniza», me costó un tiempo entender el mensaje real del dicho popular.

Como iba contando, el día de Navidad me trasladan los técnicos de ambulancia, pertenecientes a Boñar, Hal hospital de León, también diré que este personal profesional donde los haya, desbordan delicadeza sublime en el traslado, arropándome física y mentalmente, no era fácil, que suerte contar con esta gente, nunca podré agradecer que en esos momentos tan duros, alguien intente evadirme de las penumbras del dolor, ofreciéndome cercanía, calor humano necesario y exquisitez en el trato.

Pero hete aquí, que con el traslado a Urgencias del Hospital, se acabaron las amabilidades y el trato preferente. Me sentí como un perro sarnoso y mal herido, a quien introducen en un reducto inhóspito y repelente. Todo hay que decir, era Navidad, y la gente no deberíamos enfermar, hay más días durante el año. A las siete de la tarde, fue cuando llegué a Urgencias de León, y realmente no había mucha gente, no estaba lleno como habitualmente, y las penurias daban comienzo, sólo les faltó decir que porqué me había puesto enfermo ese día y después apostillar, que les había truncado el plan de fiestuqui navideña, que se palpaba entre el personal pringado, que ese día atendía en Urgencias de León.

Intentaron de alguna manera, con chutes analgésicos, aliviarme los dolores y así poder retornarme nuevamente hacia Orzonaga. Esto lo pretendían llevar a cabo, en un plazo mínimo de tiempo, pues a las 10 de la noche, más o menos, querían devolverme a los corrales rurales de nuestra España vacilada, no se les arregló, pues mi mujer tuvo que encararse con ellos, para que de alguna manera, me hicieran algún tipo de prueba y no solamente chutarme, y con los mismos dolores o más, devolverme al mundo rural. En Urgencias de Traumatología, habían despachado a casi todo el personal, los habían devuelto a sus procedencias, y sólo quedaba el del Box T5, el que suscribe y relata, y claro está, la cena bonita de Navidad medio truncada.

Sobre las tres de la mañana y después muchos tira y aflojas, con el dolor y el cansancio psicológico de las peleas verbales, doblegamos y cedemos, no precisamente a los dolores, pues seguía con los mismos, y nos devuelven en ambulancia para casa, lleno de dolor físico y psíquico, repleto de rabia e indignación, sin diagnóstico y para que me siguieran desde mi añorado Centro de Salud. Al final agradezco al destino, que me hubieran echado de urgencias y volver a manos de mi gente de Primaria. Allí se pusieron manos a la obra, y viendo los antecedentes, tomaron las riendas de la situación, y todos los días, hasta el 3 de enero de 2024, pautaron la analgesia oportuna y añadidos, para este percance, como digo, con todo lujo de detalles, vocación, entrega y profesionalidad, y ese factor humano, que parece, que fuera de nuestros pueblos, no existe, y si te pilla en vacaciones o Navidad, ¡ Date por Jodido !

Agradezco profundamente al Centro de Salud de Matallana de Torio, el haber caído en sus manos, no tengo más que gratitud, no puedo más que decir que sin ellos, sería carne de cañón, pues andaría deambulando diariamente por Urgencias del Hospital y sin solución. Es un lujo lo que tenemos, y reitero que debería ser, el espejo donde mirarse el resto de los que tratan con enfermos.

Concluiré diciendo, que a los responsables municipales de nuestro Centro de Salud, que evidentemente no los considero políticos, más bien representantes de nuestros vecinos en la vida municipal, por favor andaros con tacto y ojo, y que bajo ningún concepto, intenten ponerle ruedas a este Centro de Curación. Tengo muy claro, que me echaría a la calle a batirme el cobre si hiciera falta, para desmontar las ruedas, si las pusieran, y que permanezca la Joya de la Corona Municipal, que se alberga en nuestra tierra.

Por fin he visto la luz en el horizonte, ya me puedo levantar, después de quince días, habéis logrado el milagro. Vosotros los profesionales sanitarios de este Centro de Salud, deciros que no desfallezcáis en vuestra profesionalidad, la atención que dedicáis, la humildad con la que trabajáis, y el humanismo que ponéis, son de tal admiración, que creo que todo unido se llama vocación, asignatura pendiente en las urgencias hospitalarias de León.

Termino mi relato diciendo: A vosotros, profesionales como la copa de un pino, del Centro de Salud de Matallana de Torio, sois nuestra gente que nos cuida y desde aquí lanzar una proclama: Al cuidador también hay que cuidarle, hay que mimarle, que no se sientan apesadumbrados por algunas situaciones, a veces de caos, que ellos nunca han generado. Para mí, sois un referente profesional imprescindible e inigualable.

Me siento tan orgulloso de ser vecino de este municipio, que espero y ánimo al resto, para apreciar y valorar lo que tenemos, y que bajo ningún concepto debemos perder. Gracias inmensas por todo y aquí me tenéis a vuestra disposición. Un humilde vecino de Orzonaga

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