Diario de León

La ‘polarización’, palabra del año 2023, presente en nuestra sociedad

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La Fundación del Español Urgente (Fundéu), promovida por la Real Academia Española y la Agencia EFE, ha elegido la palabra ‘polarización’ como su palabra del año 2023. Se ha impuesto al resto de candidatas debido a su presencia en los medios de comunicación y en la sociedad en general. Según la RAE, polarización es el fenómeno por el cual «la opinión pública se divide en dos extremos opuestos», «se orienta en dos direcciones contrapuestas». Las actitudes negativas de los individuos hacia partidos políticos o credos religiosos distintos al suyo, están aumentando en los últimos años. Por esto parece una decisión acertada, porque es una realidad que se está imponiendo en nuestra sociedad y también en la Iglesia. Estas divisiones disminuyen la capacidad de escucharse los unos a los otros. Las personas al manifestar sus opiniones producen monólogos que pretenden más bien tranquilizar a sus seguidores que convencer a quienes tienen puntos de vista distintos. 

Cuando pensamos en la polarización, lo primero que pensamos es en el partidismo político. Pero esta dinámica también se manifiesta en muchos ámbitos de la sociedad, incluida la religión.  En la Iglesia católica es fácil reconocer la polarización que actúa tanto dentro de la misma Iglesia como en la relación de la Iglesia con el mundo secular. Por ejemplo, los conflictos sobre cómo la Iglesia debería relacionarse con una cultura más amplia cuyas normas sexuales han cambiado radicalmente reflejan las diferentes posturas que discuten acaloradamente sin tener en cuenta los argumentos de la otra parte. La polarización, hoy presente tanto en la Iglesia como en la sociedad, es una patología endémica. Es el fracaso de un intento de vivir juntos, que se convierte en miedo y en buscar chivos expiatorios. A medida que tratamos de convencernos unos a otros, el «otro» se convierte más en una amenaza que debe ser neutralizada que en un interlocutor válido.

Para entender cómo opera la polarización concretamente en la Iglesia, nos puede ayudar el análisis del filósofo Charles Taylor en  A Secular Age  (Una Sociedad Secular). En su obra Taylor señala dos puntos principales relacionados con la polarización: su distinción entre los diferentes significados de  «secular»  y su concepto de «presión cruzada» al tener que elegir constantemente entre muchas fuentes de información con distinto significado. El análisis de Taylor sobre la presión cruzada y la secularidad ayuda a comprender cómo la polarización es una amenaza y un desafío para la Iglesia, porque los católicos vivimos dentro de un contexto de secularidad con una pluralidad de marcos interpretativos. La Iglesia propone siempre una explicación universal de la naturaleza humana y de la relación del hombre con Dios. Pero en una sociedad secular hay otras muchas propuestas alternativas que se cuestionarán unas a otras. En este tipo de sociedad, la creencia religiosa no se puede dar por sentada y siempre puede ser cuestionada.  Las condiciones que producen la polarización implican la lucha entre creencia e incredulidad, pero también contribuyen al conflicto en la vida interna de la Iglesia. Una breve mirada a la situación actual de la Iglesia demuestra que muchos miembros de la Iglesia sospechan de la ortodoxia de los otros católicos, incluso del Papa. Esto es lo que ha sucedido recientemente en relación con el último documento del Vaticano Fiducia supplicans , sobre la bendición de parejas homosexuales, y también en las discusiones del Sínodo de la sinodalidad. En la polarización, en lugar de un diálogo que trate de ayudar a otros a cambiar de opinión, las intervenciones se convierten en una demostración de fuerza contra el otro. Así es como se han manifestado varios obispos y sacerdotes contra la autoridad del Papa.

Cuando un periodista  entrevistó al Papa Francisco en noviembre pasado y le preguntó sobre la polarización, tanto en la política como en la Iglesia, el Papa respondió claramente: «La polarización no es católica». En la polarización, dijo el Papa, «surge una mentalidad divisiva, que privilegia a algunos y deja atrás a otros».  Sin embargo, hemos visto que en el Sínodo sobre la sinodalidad y más recientemente en la interpretación de Fiducia supplicans se han dado momentos de polarización en la vida de la Iglesia e incluso en las discusiones entre obispos.  Algunos católicos temen que la apertura al diálogo y la llamada a escuchar las voces de todos los católicos lleven a la Iglesia a una crisis institucional. El remedio para la polarización en la vida de la Iglesia no puede ser simplemente mejores argumentos. El mejor remedio para vencer la polarización en la Iglesia es la unidad que surge de nuestro bautismo en Cristo, entorno al Papa, y que permite sufrir presiones cruzadas sin hacernos enemigos unos de otros. Irónicamente, tanto los conservadores como los más proclives al cambio sufren al no conseguir esa unidad esperada. Para los conservadores cualquier posibilidad de cambio en la enseñanza de la Iglesia equivale a una crisis, mientras que para los últimos, la doctrina tiene sólo tanta fuerza vinculante como estén dispuestos a concederle.  Cuando la dinámica de la polarización se apodera de la Iglesia, los católicos comienzan a tratarse unos a otros como enemigos e incluso como peligrosos para la vida de la Iglesia. Pero incluso en desacuerdo, siempre que sea posible, la Iglesia deberá reconocer a unos y otros como buscadores de la verdad que compartimos. Los católicos debemos aspirar a mostrar a la sociedad, dividida por la polarización política e ideológica, que hay una manera de salir de esta trampa, y que comienza por tratar de entender a aquellos a quienes estamos tentados a ver como enemigos.

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