Diario de León

TRIBUNA

Prof. Estanislao de Luis Calabuig. Presidente de la Junta Provincial de León. Asociación Española Contra el Cáncer

Vida laboral y cáncer

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C uando nos acordamos del cáncer, con motivo del Día Mundial Contra el Cáncer que se celebra cada 4 de febrero, lo aplicamos como un término genérico para designar a un amplio grupo de enfermedades que pueden afectar a cualquier parte del organismo, y nos fijamos principalmente en el número de personas que lo padecen. Los datos nos indican que en España y durante el año que acaba de finalizar aparecieron casi 300.000 nuevos casos, 58% varones y 42% mujeres, y en la provincia de León llegaron a algo más de 3.600 nuevos casos, con una distribución porcentual por sexos de 51 y 49 respectivamente.

Creo que es necesario comenzar recordando que, en el mundo, uno de cada dos hombres y una de cada tres mujeres tendrá cáncer a lo largo de su vida, estimándose que en el 2030 habrá 21,6 millones de casos, y que en España actualmente una persona es diagnosticada de cáncer cada dos minutos.

Ante esta situación, la Asociación Española Contra el Cáncer ha puesto en marcha la iniciativa social ‘Todos contra el cáncer’, que plantea alcanzar el 70% de supervivencia en el año 2030 y reducir las desigualdades que provoca la enfermedad.

Alcanzar ese objetivo de supervivencia, junto con el previsible aumento de la incidencia en los próximos años a un colectivo mayor de supervivientes y pacientes de cáncer, enfrentará al país con necesidades no atendidas por el sistema público, entre ellas las laborales.

Se calcula que en Europa hay más de 12 millones de supervivientes de cáncer, y en España se estima hay más de 2,2 millones de personas a las que se les ha diagnosticado un cáncer a lo largo de su vida en una sociedad cada vez más envejecida.

Efectivamente, se dispone de gran cantidad de información sobre la magnitud del cáncer en términos de incidencia y mortalidad, pero hay que trabajar para cubrir las necesidades de los largos supervivientes. L as dificultades en la reincorporación al puesto de trabajo o a la hora de retomar rutinas, son aspectos críticos para las personas con cáncer.

Existen pocos estudios que revelen sus consecuencias en términos de impacto laboral y económico en pacientes y sus familias, tanto en lo referente a la duración de los procesos de incapacidad temporal, como en la proporción de personas que se reincorporan al trabajo tras sufrir un cáncer, o aquellas que resultan incapacitadas de forma permanente tras la enfermedad.

De todas las enfermedades crónicas, el cáncer es la que tiene una mayor prevalencia de pérdida de trabajo. A nivel mundial, de estudios que integran información de varios países, fundamentalmente en la órbita de los desarrollados, resulta que el riesgo de estar en desempleo aumenta un 34% en supervivientes de cáncer frente a la población general y, aunque no hay información específica para España, cabe estimar que esos resultados podrían ser extrapolables en sus valores globales para nuestro país.

Aunque sea una información muy general, se puede centrar la atención en el posible impacto laboral del cáncer, tomando como referencia esos resultados globales, y considerando como promedio de periodo útil para el trabajo profesional el comprendido entre los 16 y los 65 años.

Según los estudios del Observatorio del Cáncer, el 37% de la población diagnosticada de cáncer en 2023 en España se encuentra en edad oficial de trabajar, siendo susceptibles de sufrir algún tipo de impacto laboral a causa de la enfermedad, y en la provincia de León supera el 33%. Para hacer más fácil la comprensión se pueden simplificar estos resultados si se expresa como que 1 de cada 3 nuevas personas afectadas de cáncer están en periodo regular hábil para el trabajo, y fundamentalmente en la última fase de ese ciclo, entre los 55 y los 65 años.

Esos precisos datos analíticos, desglosados del impacto general del cáncer, resaltan aún más la importancia social por lo que implican en la muy posible incidencia del devenir cotidiano de los pacientes del cáncer en los núcleos familiares afectados, en términos de problemas de índole personal, económico y laboral que se generan.

El diagnóstico de cáncer también genera un impacto significativo en la vida laboral de los familiares y allegados, especialmente en aquellos que tienen que asumir los cuidados del paciente, pues existen muchas dificultades para conciliar las atenciones que precisa con la jornada laboral.

Se hace necesario enfatizar en estos aspectos para que institucionalmente, y a través de los agentes sociales, se puedan analizar todos los puntos de vista e iniciativas adecuadas que permitan seguir trabajando en mejorar la calidad vida de las personas diagnosticadas de cáncer, aliviando y reduciendo también el impacto laboral en sus familiares y en las empresas. Cuestiones que tienen un gran interés práctico para establecer modelos de gestión e intervención más eficientes, encaminadas a paliar situaciones del probable grave sufrimiento y para proteger a las familias más vulnerables frente al cáncer.

Para España se ha estimado que en torno al 10% de las personas diagnosticadas de cáncer están en una situación de riesgo socioeconómico en el momento del diagnóstico oncológico, o se ha generado a partir de su aparición. En ese nuevo escenario de la vida, ya sea por encontrarse sin trabajo (41%), ser un trabajador por cuenta propia (44%), o por no disponer de ingresos suficientes (15%), el cáncer supone un serio agravante a la situación socioeconómica previa.

Datos para nuestro país, anteriores a la pandemia, revelaron que el 56% de las personas en situación de desempleo diagnosticadas de cáncer no percibían ningún tipo de prestación.

Las personas trabajadoras en régimen de autónomos, diagnosticadas de cáncer, lo eran en una proporción de tres hombres por cada mujer, similar a la del total de los que trabajan por cuenta propia, y de mayor edad media para los hombres. El 80% de estas personas autónomas cotiza por la base mínima, por lo que, durante una situación de incapacidad temporal, reciben una prestación no muy elevada, y además deben seguir aportando las cuotas de la seguridad social, quedando muy reducido el neto mensual que se percibe.

Las personas diagnosticadas de cáncer, con rentas menores o iguales al salario mínimo interprofesional, lo estaban en proporción de 61% de mujeres y 39% de hombres y comportamiento en edades muy similar al de los autónomos.

Cuando aparece un diagnóstico de cáncer surgen muchas dudas en relación con la enfermedad: las implicaciones vitales que tendrá, cómo serán los tratamientos, cómo va a afectar a su familia, qué ocurrirá en el entorno laboral, o cómo deberá comportarse en esa situación. La Asociación Española Contra el Cáncer está en disposición de poder ayudar y acompañar en esos momentos en los que el malestar emocional puede ser muy intenso y manifestarse con un alto grado de incertidumbre.

En la relación del paciente o del superviviente del cáncer y sus familiares con la situación laboral puede darse una elevada diversidad de situaciones y necesidades, en función de sus derechos laborales, si puede o no trabajar durante la enfermedad, si se requieren permisos especiales para citas médicas, pruebas o tratamientos, la situación de los familiares, o las implicaciones asociadas a los cambios físicos. A esto habría que añadir todo lo que puede relacionarse con la fase de incorporación al trabajo, por las secuelas que pueden haber quedado tras un largo periodo de inactividad, las posibles necesidades de adaptación del puesto de trabajo, o en lo que concierne al estado anímico. Y aún peor en el caso de las personas en desempleo.

Por otra parte, aunque no se disponga de estudios pormenorizados por lo difícil que resulta captar la población superviviente, al no disponer de un registro poblacional de cáncer, si se están analizando y desarrollando propuestas desde el Observatorio del Cáncer para conocer cuáles son sus necesidades. El perfil mayoritario se corresponde con personas en edad laboral, con cuestiones derivadas de altas médicas, procesos de incapacidad permanente, o necesidades de adaptación del puesto de trabajo.

Toda esta información nos lleva a la conclusión de que es necesario seguir desarrollando protocolos de buenas prácticas para empresas y empleados con el objetivo de facilitar la reincorporación al puesto de trabajo, así como complementar los estudios de toxicidad financiera del cáncer para afinar aún más en las implicaciones, y actualizar y difundir la cartera de servicios de la Asociación Española Contra el Cáncer, para seguir apoyando a las personas con cáncer en edad laboral, recordando que todas esas ayudas son libres y gratuitas para todos los enfermos de cáncer y sus familias.

Se dispone de gran cantidad de información sobre la magnitud del cáncer en términos de incidencia y mortalidad, pero hay que trabajar para cubrir las necesidades de los largos supervivientes. Las dificultades en la reincorporación al puesto de trabajo o a la hora de retomar rutinas, son aspectos críticos para las personas con cáncer
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