Diario de León

TRIBUNA

Máximo Cayón Diéguez. Cronista Oficial de la ciudad de León

La Aparición coronada

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E n la mitad del pasado siglo veinte, las fiestas de los barrios atesoraban aún en nuestra ciudad el vigor de las tradiciones, que la llegada de nuevos usos y costumbres minoraron de un modo ostensible, relegándole, en algunos casos, a la mínima expresión.

En aquellas calendas que evoco, en la vida ciudadana de los antañones barrios de León, la fiesta de La Aparición era el preámbulo anual de las jornadas festivas proyectadas en todas y en cada una de las barriadas, con carácter gratuito, para diversión, recreo, goce y disfrute de los distintos segmentos de la sociedad, comprendidos desde la infantería menuda hasta aquéllos que ya tenían una edad entrada en años.

En nuestro caso concreto, cada 9 de febrero, la fiesta se celebraba, «a toda orquesta», en honor de Santa María del Mercado, la Antigua del Camino, protagonista de tantos capítulos de la vida leonesa. Según se ha referido, en dicha fecha se manifestó la Reina de los Cielos a un pastor en el lugar donde hoy se alza el crucero pétreo en la popular plaza el Grano, allá en el lejanísimo año 560, cuando cesó la persecución de los arrianos. «Y así concuerda con una crónica del archivo de esta iglesia, que dice haber sido hallada por un pastor entre unas zarzas, 700 años antes de la ampliación de la ciudad por Alfonso XI, y que la Santísima Virgen le manifestó su voluntad de ser honrada en este sitio. Fue donde está la Cruz». [Francisco de Robles Gutiérrez: Monografía del Santuario y Parroquia de Ntra. Sra. del Mercado de León, Antigua del Camino , León, 1884, p. 7].

Como nota marginal y curiosa apuntaré que en 1964, que fue también bisiesto como el actual 2024, hace ahora, por tanto, sesenta años, pocos días después de la fiesta de La Aparición, el 24 de febrero, debido a las persistentes lluvias de aquellos días, se derrumbaron los brazos de la señalada cruz, quedando únicamente en pie el árbol de la misma, con su aspecto penoso y desolador. Al parecer, según se publicó entonces, desde el año 1888 en que se «compuso la peana de piedra», no había sido foco de atención alguna.

Por aquellos días del siglo XX, que yo mismo conocí de niño, toda la escenografía de la parroquia lucía cadenetas multicolores y las notas musicales de un castizo organillo impregnaban el ambiente de un popular y sano casticismo. En la citada ágora, tan singular, tan típica, tan leonesa, la hoguera que se encendía allí era parte inherente del programa que confeccionaba la comisión de mozos del barrio, presidida por el ‘Mayordomo-Regidor’. Por otro lado, la verbena, con el consiguiente baile, se celebraba en la plaza de las Concepciones. Otras actividades religiosas y lúdicas conformaban el programa de festejos, donde no podía faltar el homenaje a «la moza de más edad» del barrio, es decir, a la señora de más edad.

El cargo honorífico que representaba ser Mayordomo-Regidor lo desempeñaron ilustres leoneses. Por vía de ejemplo, citaré a tres ellos. En 1883 y 1892 lo hizo Cayo Balbuena López, titular de una importante fortuna, que usaba siempre como indumento la levita, abogado de profesión y alcalde de León entre 1891 y 1893. En 1885 y 1899 la designación recayó en Cecilio Díez Garrote, veterinario de profesión, director de la Escuela Veterinaria de León y socio fundador de la Caja de Ahorros y Monte de Piedad de León. Residió durante muchos en la calle del Mercado, nº 5. Fue alcalde de León, en dos ocasiones. La primera entre 1895 y 1899 y la segunda entre 1904 y 1909. Y en 1887 y en 1904 lo fue Rosendo Gordón, vecino de la calle de Puerta Moneda, maestro de obras, que en el año 1900 entarimó con soleras de negrillo traído de la Sobarriba el suelo del templo parroquial, tapando el enlosado del mismo puesto en 1536, atenuando con esta obra la friura del recinto sagrado en determinados meses del año.

Rosendo Gordón era el padre de Félix Gordón Ordás. Éste nació en dicha calle, anteriormente de Monederos y antigua Carral de Santa Eugenia, el 11 de junio de 1885. Veterinario y político, Diputado en Cortes, Ministro de Industria y Comercio durante la II República Española de octubre a diciembre de 1933, fue presidente del Consejo de Ministros del gobierno republicano en el exilio. En el inmueble que identifica el número 28 de la citada vía urbana, que es pleno Camino de Santiago, una de las placas que allí se encuentran rinde homenaje a Félix Gordón Ordás, a quien Victoriano Crémer definía como «el Emperador de Puertamoneda».

Un ramo leonés, semicircular, exornado con frutas, colocado en la puerta de acceso al templo anuncia al transeúnte la fiesta de La Aparición, cuyo acto central, hoy y siempre, es la celebración de una solemne eucaristía el citado día 9 de febrero. Este año, la tarde del día anterior, se rezará el Vía Matris Dolorosae, piadoso ejercicio que hasta la sexta década del pasado siglo se llevaba a término en esta iglesia en determinadas solemnidades.

A todo ello debe añadirse que la devoción a Santa María del Mercado, la Antigua del Camino, es notoria entre la sociedad leonesa. Allá por la cuarta década de la centuria anterior, José Aguado Jolís-Smolinski, a la sazón alcalde de León, propugnó, sin conseguirlo, que esta sagrada imagen fuera coronada. Aquella noble aspiración del primer edil leonés entre los años 1944 y 1946, ha cristalizado casi ocho décadas después, concretamente, el 7 de octubre del pasado año, cuando la sagrada imagen fue coronada canónicamente en la S. I. Catedral de León por el actual obispo de León, Mons. Luis Ángel de las Heras Berzal, CMF.

A mayor abundamiento, el pasado 28 de diciembre, el Excmo. Ayuntamiento de León ha concedido por unanimidad la Medalla de Oro de la ciudad de León a la parroquia de Nuestra Señora del Mercado, «como reconocimiento institucional a su tarea pastoral, caritativa y asistencial que tanto ha beneficiado al municipio de León y a sus habitantes».

Ciertamente, en este año del Señor de 2024, estos dos acontecimientos que subrayo dotan de mayor resonancia a la celebración de la secular festividad de la Aparición.

El acto central, hoy y siempre, es la celebración de una solemne eucaristía el 9 de febrero. Este año, la tarde del día anterior, se rezará el Vía Matris Dolorosae, piadoso ejercicio que hasta la sexta década del pasado siglo se llevaba a término en esta iglesia en determinadas solemnidades
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