Diario de León

TRIBUNA

José María Prieto Serra
​Escritor

Los huesos

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Qué coño tendrá que ver el culo con las témporas. Por lo que estamos viviendo día a día parece que, para algunos sí tiene que ver o no importa que tenga que ver. Pero esto es lo que tenemos.

El presidente mentiroso, se ha dado su vuelta por Oriente Próximo (tiene adicción a los viajes fuera de España. En España, pocos) y, como siempre cuando viaja, ocurren cosas aquí que pueden ir desde una declaración contra la oposición o llevando a cabo actos que él solito, sin ayuda alguna, se saca de la manga.

En esta ocasión y a su vuelta a España, no había aterrizado aún de su viaje a Oriente Medio y ya estaba, con uniforme incluido supervisando o enterándose de cómo iba la investigación sobre los restos de cuerpos enterrados en el llamado antiguamente Valle de los Caídos y que ahora por mor de la Ley, este buen hombre se ha comprometido a cumplirlo y en eso está. Quiere devolver simbólicamente a sus familias los restos de más de cien cuerpos enterrados allí hace muchos años.

Sencillamente el acto llevado a cabo por el presidente mentiroso, buscando la foto que, ahora todos conocemos, es algo que habita dentro del más exagerado ridículo.

¿Qué pretende Sánchez y su banda, en caso de que lo sepa él mismo, haciendo lo que hace en el Valle de los Caídos? ¿No tenía suficiente con la exhumación de Franco? Parece que no. ¡Qué payasadas puede llegar a hacer este hombre! Y todo para sumar puntos que le sigan manteniendo en la Moncloa. La ambición llevada al límite.

Él piensa, y así actúa, que presentando un episodio cada día, el ciudadano se va olvidando de los anteriormente vividos. Y así se va escribiendo la triste historia de esta época llena de sobresaltos y episodios provocados por poca gente que hace mucho ruido ante mucha gente que, todavía, guarda relativo silencio.

Pero el círculo se va estrechando, lo acepte Sánchez o no lo acepte. La verdad siempre triunfa, aunque necesite más tiempo para imponerse, pero, al final, como ocurre con la justicia, siempre llega.

De momento vamos a vivir, en los próximos tres meses las elecciones vascas, catalanas y europeas. No hace falta ser Rapell para saber que, en cualquier caso, con cualquier resultado nacido de las urnas, van a cambiar muchas cosas y aceptaremos que habrá un antes y un después de esas elecciones.

Y mientras todo esto va a ocurrir el ínclito Sánchez se entretiene forzando una foto de él mismo mirando unos huesos que también utilizará para su gran ambición que es seguir en la poltrona del poder.

Y está pendiente, la amnistía, el caso Koldo, el referéndum catalán, la Sra, Armengol, la aceptación del gobierno palestino, el ejecutivo agresivo Oscar Puente, (King Kon) etc, etc, y como postre de todo esto la sencilla y dulce situación de TVE que organiza cualquier pifostio para luchar con la competencia con métodos nada profesionales. Así están las cosas. Prohibido quejarse.

Así las cosas, el presidente mentiroso tiene dos granos a cuál más importante para él; Puigdemont y Ayuso. Estos sí que son dos huesos que no le dejan dormir por mucho que quiera disimular. Y cada vez, será más difícil solucionarlos con mentiras. Él lo sabe, pero no lo dice. Sería su ruina. Será su ruina.

Da mucha pena y vergüenza pertenecer a un país que lo tiene todo para ser feliz en él pero que, sin embargo, tenemos una clase política que lo entristece todo y lo que es más importante, ellos y sus decisiones van en contra de este país nuestro que tanto necesita la normalidad. Se ha repetido hasta la saciedad la mediocridad de nuestros políticos en el Gobierno, pero, o ese problema se resuelve en las urnas o tendremos problema para largo.

No merece España estar en esta lucha eterna que consiste, a pesar de las declaraciones en contra, en el “y tú más”. Desgraciadamente nos cuesta mucho salir de donde estamos.

Y ahora, como postre, los huesos del Valle de los Caídos. ¿Qué nos está pasando?

El acto llevado a cabo por el presidente mentiroso, buscando la foto que, ahora todos conocemos, es algo que habita dentro del más exagerado ridículo
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