Brunete mediática

Llevo en esto 33 años: la edad de Cristo, mes arriba o abajo. He conocido los temblores de todos los medios de comunicación, desde la Prensa y Radio del Movimiento, a los Medios de Comunicación Social del Estado, cuando ya se aventaban aires de libertad en el país, o los periódicos y emisoras en tutelaje por ladrilleros y aspirantes a pisar alfombras de poder. No diré aquello de que cualquier tiempo pasado fue mejor, pero la realidad actual nos abre las carnes. En los primeros años de la década de los 70, un gobernador civil te amenazaba con el destierro, o un delegado de Información y Turismo podía censurar cualquier artículo. Eran tiempos de tijeras y de bandolerías intelectuales. Años después, enajenada la cadena de Medios de Comunicación Social del Estado, los nuevos ricos pusieron los medios al servicio de la oposición, primero, y del Gobierno popular, después. El Partido Socialista fue absolutamente cegato en la materia. Permitió, en un ejercicio de limpieza sin precedentes, que La Hora Leonesa se les fuera de las manos y acabara en ser como la bola de derribo en la obra pública. Comenzó entonces a fabricarse la auténtica «brunete mediática». España pasó a ser como un abanico de colores azules. Todo aquello que no encontraba frescura en los abanicos, moría bajo los sudores agónicos por falta de financiación. Nunca hemos tenido un paisaje tan unánime. Ni con Franco. Entonces eran intocables el Jefe del Estado, los obispos y gobernadores civiles. En todo lo demás estaba abierta la veda. Podías masacrar a alcaldes, presidentes de la Diputación, presidentes de clubes deportivos, concejales, diputados provinciales y lo que se pusiera por delante. Ahora, no; ahora la utilización de los medios públicos llega a cotas de escándalo. Yo lo sufro, pero no me humillo, porque aspiro, como decía Ortega, a envilecerme lo menos posible. El seguimiento es tal, que si quedaba algún esquinazo sin tapar, desde el poder se le aplica la espátula sin rubor. Ya nos sirvieron en bandeja la noticia de que Berlusconi se adueñó de la mayoría absoluta de Tele 5, y ayer mismo se filtraba la noticia de que Telefónica comprará un 11,7% de Antena 3 al SCH (Banco Santander, Central Hispano) para asegurar el control de la cadena. Telefónica pasará a tener el 60% de Anterna 3. O sea: más de lo mismo. Quedan, como bandoleros que van por el monte solos, algunos hijos de esa libertad inasible que se disfruta en determinados medios. Son los que no agachan la cerviz ante el poder, l os que sostienen el mástil de la libertad por encima de todo, no sucumben a las migajas de la publicidad institucional, ni a campañas de ocultismos. Yo me siento feliz de estar en un periódico -mejor dicho: en un grupo- que prefiere apretarse el cinturón antes que doblar la rodilla. En el tratamiento de la crisis del Prestige el Grupo Voz ha dejado oir la idem pese a las sordinas oficiales. Ha sido, y lo es, referente exclusivo de la tragedia en Galicia.