Diario de León
Publicado por
Francisco García Diego
León

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Cumplidos los 43 uno tiende a acogerse a esa segunda inocencia de Machado que da en no creer en nada. Predispuesto a dejarse sorprender uno deambula entre las cosas que pasan con una media sonrisa recién pintada y siempre dispuesto a pedir la cuenta para salir corriendo. Es este un país de cachondos empeñados en hacer las cosas con las patas de atrás. Nos gusta rodearnos de inútiles, porque los inteligentes podrían movernos la silla. Fichamos entrenadores extranjeros para que descompongan a su antojo los equipos de nuestros amores. Si el idioma práctico es el inglés, hacemos que nuestros hijos estudien francés que suena más meloso e íntimo. Y cuando enviamos representantes a los concursos internacionales, solemos elegir a los menos buenos, no vaya a ser que ganen y la envidia nos provoque una úlcera de estomago. Así las cosas, a nadie puede sorprender que ese grupo de contertulios reunidos en lo que ampulosamente llaman la Academia del Cine Español, decidieran pasar de Almodóvar como de la mierda y enviaran a competir en los Óscar una película que no ha visto nadie en los Estados Unidos de Norteamérica. La cosa ha ido como se esperaba, Los lunes al sol se congelan de frío a la sombra, mientras Pedro Almodóvar pasa a la historia por ser el primer director español al que la industria del cine yankee reconoce entre los cinco mejores de este año. El manchego ha quedado como un señor justificando la estupidez de sus colegas de Academia, aunque cuentan los sátiros malévolos que todavía se tira de la risa, en la intimidad, repasando la lista de premiados en la gala de los Goya. La situación es así de ridícula: Almodóvar en trescientas salas de cine en los Estados Unidos y Paredes y compañía no le dan ni una de pipas en su propio país. Pasan los siglos y no mejoramos. Seguimos echando a Goya de España y convirtiendo en héroes a los bandoleros de Sierra Morena. Menos mal que nos queda Mortadelo y Filemón.

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