Diario de León
Publicado por
JAVIER TOMÉ
León

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LA ETERNA fábrica de sueños que es el cine se ha ido deformando a lo largo del tiempo, a base de nuevas tecnologías y más bien escasa imaginación, hasta convertir las pantallas en una especie de bidé colectivo, saturado de violencia gratuita, disparatadas carreras de vehículos y otros excesos que, en demasiadas ocasiones, provocan tales subidones de adrenalina que al espectador se le pasa por la cabeza la tentación de saltar sobre el acomodador o estrangular directamente a la vendedora de palomitas. Como todo en la vida parece consistir en cruzar fronteras, los guionistas han encontrado un filón con la serie de Matrix , aureolada por un morboso envoltorio estético. La catarata de espejismos virtuales, confeccionada por expertas computadoras de la última generación, redondea un producto de corte apocalíptico, donde se suceden los tiroteos y las peleas al ritmo frenético de un alocado tiovivo de diseño. Semejante canto a la bofetología está causando estragos entre algunos adolescentes americanos que, viviendo una realidad alternativa, se dedican a rebañar la tubería a vecinos y familiares, hechizos por la psicología del conjuro Matrix . Hasta dos asesinos en primer grado han sido declarados no culpables, al alegar sus abogados que los nubarrones formados en sus cabezas estaban provocados por el síndrome de la película y, en fin, sus manos hicieron cosas que en realidad no querían hacer. La gilipollicultura de nuestra sociedad ha llegado a extremos tan insólitos y aberrantes. Pero en fin, como dijo Al Capone, todo un experto en dar matarile al prójimo, una coartada siempre será una coartada.

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