Arenal de León, y olé

DICEN que los pantanos tienen el doble de agua de la que almacenaban el año pasado por estas fechas. Pero nadie que cruce el puente de San Marcos se lo creerá después de ver el dantesto aspecto que presenta el Bernesga, tanto si miras para un lado como para otro. Si diriges la vista hacia el puente de Martín Granizo el arenal que se contempla no tiene nada que envidiar al de Sevilla de los mejores tiempos. ¿Cómo es posible que el cauce del Bernesga acumule tal cantidad de arena en este lugar? Aquello más que el lecho de un río parece un desierto, unas dunas playeras. Claro que puede ser la playa que tanto ha pedido Max Cotilla desde su incomparable sección «Con el corazón en la mano». Ya ves, Max, el que la sigue la consigue ¡aunque faltan las palmeras! En serio, la cantidad de arena que se acumula serviría para construir varios edificios. Hay que dragar ese lecho y llevarse todo lo que allí sobra, como un neumático y más de una decena de troncos de árboles que afean especialmente la vista cuando se mira hacia el puente de la Estación, tan remozado él (al menos en lo que más se ve, que los bajos ya son otra cosa). También el propio puente de San Marcos está de pena, lleno de matojos entre sus venerables piedras. Raíces que dañan, que erosionan, aumentando las grietas de las juntas. Este puente igualmente necesita algún cuidad. Cuando lleguen a Poridad los nuevos ediles, y se distribuyan las varas, van a tener mucho trabajo atrasado. Yo les pediría que se dejaran de florituras y comenzaran por lo más imperioso. Primun vivere, deinde filosofare es la vieja máxima que ya nadie parece recordar en Poridad. Tal vez porque son casi todos demasiado jóvenes y no recuerdan las reatas de asnos que acudían a orillas del Bernesga, junto a San Marcos, a llenar sus alforjas de morrillos para la construcción. Es una vergüenza, pero ahora, aunque se modernizó el cauce, todo tiene un aspecto de abandono y desolación, que hasta los chopos vuelven a crecer en sus orillas.