Diario de León

TRIBUNA

El Auditorio, balance de un año

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EL AUDITORIO Ciudad de León está pasando su primer examen de fin de curso como si de un estudiante se tratara. Era de suponer que este su primer año de vida iba a ser su primera gran prueba. Pero, ¿quiénes han de ser las personas autorizadas y capacitadas para emitir este juicio en su primer año de gestión? Parece evidente que, en primer lugar, los leoneses amantes de la música que han asistido a los diferentes conciertos y actividades musicales allí celebrados (entre los que se encuentra el que suscribe). Estos leoneses -creo interpretar- están satisfechos de haber podido disfrutar de una programación de calidad y de una experiencia musical inolvidable. Por eso el Auditorio es ya una referencia clave e imprescindible en los medios culturales de la ciudad. En segundo lugar, estarían autorizados los responsables financieros y políticos del Auditorio. ¿Qué opinan al respecto sus señorías? Cuando el juicio se emite no desde una óptica cultural, sino financiera y política, ya sabemos que las opiniones pueden ser muy diferentes, según el color con que se mire, e incluso contradictorias, inoportunas o imprudentes. Pero no deberían olvidar los responsables políticos que una cosa es discutir la financiación, la gestión y la programación (siempre criticables), y otra cosa muy diferente poner en tela de juicio la existencia misma del Auditorio en nuestra ciudad. Esto último ha de ser indiscutible. Debería quedar claro que el Auditorio no puede tener marcha atrás. No sólo ha sido elevado su coste económico -como cualquier obra de su envergadura- sino que han sido también muy elevados los esfuerzos de todo tipo que ha exigido su creación, y las ilusiones y las esperanzas puestas en él por los leoneses. El apoyo a este proyecto debe ser, pues, unánime por parte de todos los responsables políticos municipales. En cuanto a la gestión económica, aunque es deseable, por supuesto, una adecuada y responsable financiación, sería un error pretender que una actividad cultural como la del Auditorio Ciudad de León fuera económicamente rentable. Esto sería pura demagogia (propia de las dictaduras y las democracias no estables), y una necedad, pues lo mismo que no se le ocurre a nadie medianamente sensato pretender justificar una asistencia sanitaria por su rentabilidad económica, tampoco se debe exigir esto a las actividades culturales del Auditorio dirigidas a satisfacer las necesidades más nobles y elevadas del espíritu humano (propio de los países en progreso), y cuya satisfacción repercute siempre en un nivel más elevado de convivencia y respeto cívicos y en un mayor bienestar social. La idea de constituir un patronato para la gestión y financiación de proyectos como el del Auditorio parece la más avanzada y extendida en el mundo occidental. En primer lugar porque la dependencia económica del Auditorio de una sola entidad -como es el caso actual del Ayuntamiento- plantea un grave problema para las arcas municipales; y en segundo lugar porque esa dependencia única puede acarrear un excesivo personalismo, siempre peligroso y reprochable (pues es prueba de una sociedad en que los procedimientos democráticos no están aún seriamente arraigados). La creación de un patronato, en que estarían implicadas diversas entidades leonesas públicas y privadas, daría una estabilidad financiera al Auditorio y se evitarían -en gran parte, al menos- los graves vaivenes originados por los cambios políticos tras las elecciones. Esto sería prueba de madurez política y social. De esta forma el Ayuntamiento de la capital podría hacer frente mejor a otros proyectos culturales, como el Festival Internacional de Órgano o el Festival de Música Española, merecedores de una mayor atención por parte de la alcaldía leonesa. La Orquesta Sinfónica Ciudad de León merece una consideración aparte, tanto por la envergadura económica que exige la creación de una orquesta estable, como por la grave repercusión que tiene, sobre el Auditorio, su falta de estabilidad. La idea del patronato podría alcanzar también perfectamente a la citada orquesta, ya que todo auditorio ha de contar siempre con su orquesta estable. La programación, en este primer año de andadura, ha sido espléndida y brillante, pero tampoco sería necesario que fuera cada año tan brillante para ser igualmente digna. La dirección artística del Auditorio está, a este respecto, en manos competentes y responsables. En la programación anual han de estar presentes -como este año- algunos de los valores musicales de nuestra ciudad y provincia, tanto corales, como instrumentales, solistas y compositores, que han de encontrar en el Auditorio leonés la oportunidad de dar a conocer su esfuerzo y su trabajo. El público del Auditorio, con su asistencia, actitud y comportamiento, parece más bien propio de una sala de música de varios años de experiencia. Los conciertos de música de cámara (siempre selectivos y minoritarios, incluso en Madrid y en Barcelona) han contado con un público aceptable, que ha mostrado su madurez para el disfrute de la música en sus facetas más puras y difíciles. En cuanto a la educación musical del Auditorio -tarea imprescindible de toda sala de música como ésta- ha estado presente en los variados conciertos escolares y las ofertas de entradas gratuitas a estudiantes. Esto último no ha tenido la aceptación deseable. ¿Qué ha fallado? Quizás los profesores de las escuelas de música deberían educar a sus alumnos en este sentido. Esta educación musical de jóvenes y niños ha de proseguir cada vez con más intensidad y efectividad, pues debe ser uno de los objetivos primordiales del Auditorio y casi su mayor justificación. Para finalizar, discútanse, pues, en un clima de serenidad y respeto mutuo, con la debida aptitud y sobre todo con un verdadero sentido de responsabilidad social, la gestión y financiación, asi como la programación para los próximos años, pero no se ponga en tela de juicio la ineludible realidad de que el Auditorio Ciudad de León pertenece por derecho propio y para siempre a esta ciudad para el merecido disfrute de los ciudadanos, de todos los leoneses.

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