Diario de León

EL RINCÓN

Cómo ayudar a la mala suerte

Publicado por
MANUEL ALCÁNTARA
León

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NO ES cierto que no se pueda luchar contra la mala suerte: se puede combatir con ella, lo que ocurre es que siempre se sale perdiendo. La suerte es una poderosa y enigmática divinidad que rara vez está de perfil. O viene de cara o nos da la espalda. Los chinos dicen que más vale una cucharada de suerte, de buena suerte, se entiende, que un barril de sabiduría. Su carácter veleidoso es incorregible. A veces no se deja alcanzar por quien la persigue y otras se echa en brazos del primero que pasa. Es verdad que los acontecimientos se encadenan de una manera fortuita, pero quizá el azar tenga unas reglas que desconocemos. Cervantes decía que «los que no tienen lumbre de la verdadera fe», creemos que ella «todo lo guía, guisa y compone a su modo». A pesar de carecer de esa envidiable fogata, no creo que sea el componente único de nuestras vidas. He visto a demasiadas personas dignas de mejor suerte y a otras muchas indignas de la muy favorable que les acompañaba. Hago estas modestas reflexiones a cuenta del tristísimo accidente de Turquía donde murieron más militares españoles que americanos en la guerra de Irak. Ahora resulta que los pilotos del Yak del que sólo quedaron las cajas negras llevaban 25 horas de actividad. «Sepla» demandará a la compañía del avión si se confirma que sus tripulantes excedieron el tiempo de vuelo establecido, que la legislación internacional fija en 18 horas y media. ¿Es mala suerte? Si es así hay que reconocer que la favorecieron los altos mandos de Defensa. Gritos, abucheos y pancartas es lo que se encontró el paisanísimo titular de ese ministerio cuando acudió a la base naval de Rota. Fue allí para recibir a los militares españoles que regresaban de Irak y llevaba preparada una elocuente bienvenida. No fue una ceremonia plácida, ya que el regreso se había aplazado tres veces, pero el ministro Trillo puede decir lo mismo que el poeta: «¿Qué no habremos hecho por esta patria? Algunos hemos muerto, otros hemos pronunciado discursos»

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