Diario de León
León

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EN CAMINO de la perdición , un padre intenta que su hijo no se convierta -como él- en un ganster. En Condenado , la extraordinaria última película de Robert de Niro, un padre intenta que su hijo escoja la esperanza frente a la desesperación. Qué le diría hoy el terrorista Txomin a su hijo, que ya coloca bombas en hoteles. El progenitor dinamitó también la infancia del hijo. No pretendo minimizar la responsabilidad de ese joven de veinte años que ha decidido recorrer los mismos laberintos de sangre, pero parece evidente que nos encontramos ante una infancia pervertida día a día desde el entorno, con ese tesón que ponen los fanáticos en sus espejismos. Hijo y sobrino de terroristas. Ha crecido impregnado de victimismo, envenenado con epopeyas huecas y enemigos invisibles. Cómo limpiar todo ese pus, cuando ha infectado ya las raíces mismas de la familia. ¿Se retorcería de dolor culpable el padre de Jon Josefa como hace Michael Corleone en la tercera parte de El Padrino cuando asesinan en su presencia a su hija? Pero no tienen ni siquiera la categoría de personajes de tragedia griega. No hay epopeya en los verdugos, sino dolorosa crónica de sucesos. Cómo contrasta esa docencia en el mal con la de tantos vencidos en la guerra civil española que educaron a sus hijos en la honradez y en la dignidad. ¿Cuál es el sufrimiento real de estos terroristas vascos?, ¿qué les autoriza a convertir a sus hijos en monstruos? ¿Por qué los miles de personas del PSOE, PCE, UGT y CC.OO que sufrieron más que ellos han hecho posible la convivencia y el diálogo? El padre de Camino de la perdición no quiere que su hijo sea como él, un matón. Pero Txomin sí lo desea. Y si no lo deseaba, lo ha conseguido.

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