Diario de León
Publicado por
MANUEL ALCÁNTARA
León

Creado:

Actualizado:

NADIE SABE cuántos tontos hacen falta para lograr una gran audiencia en un programa de televisión. (No incluyo la retransmisión de los partidos de fútbol porque tendría que incluirme en esa nómina). Los programas del corazón y de la entrepierna se llevan la palma, que para cierto tipo de espectadores es la palma del martirio. Por mucho que uno se levante del sofá para ir a orinar, no tiene más remedio que estar perfectamente informado de las peripecias vitales de Chiquetete, de Pajares y de otros pensadores. No digamos de las cuitas bursátiles del ex alcalde de Marbella, Jesús Gil, más conocido, gracias a Carmen Rigalt, por Moby Gil y del ya también ex alcalde de esa hermosa y asediada ciudad, Julián Muñoz, más conocido por el Pantojo. A esos los tenemos hasta en la sopa de sobre, pero que nadie se llame a engaño: los de la caja tonta no lo son, saben lo que hacen y lo que deshacen. Los espectadores no se pesan, sino que se cuentan. Mientras más mejor y una vez averiguados los gustos de los televidentes todo consiste en suministrárselos. No es cuestión de neuronas, sino de estómago. Parece que lo que más apasiona es el show político, siempre que esté trufado de historias amorosas y acusaciones de robo. El debate entre estos dos corteses caballeros citados, los señores Gil y Muñoz, duplicó el número de espectadores del debate sobre el estado de nación. Un dato escalofriante que viene muy bien con el calor que hace, para que nos haga pensar muy mal acerca del estado de salud mental de los españoles. Quizá cuando se habla despectivamente de la masa informe debiera hablarse también de los deformadores. La tesis de mi admirado Manolo Martín Ferrand es que para lograr estos extravíos del gusto ha sido necesaria una educación previa a base de programas infectos. Un buen coprófago no se improvisa. Aconseja el refranero distinguir entre pueblo y populacho. Al pueblo hay que amarlo, aunque sólo sea por lo que históricamente le ha tocado sufrir, y a la masa hay que llevarla con una cadena, pero que no sea de televisión.

tracking