Diario de León

DESDE LA CORTE

Nace el «cártel» de la lechuga

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FERNANDO ONEGA
León

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HACE MUCHOS años, vivía todavía don Francisco Franco, ya había un problema con los precios de los productos agrarios. Este cronista trabajaba en prensa adicta al régimen, y periódicamente desatábamos nuestra libertad contra el intermediario. ¡Palo al intermediario, que lo tiene ganado! ¿Y quién era el intermediario? No se sabía muy bien. Los jóvenes meritorios de entonces lo imaginábamos parecido a los banqueros que dibujaba «La Codorniz»: un señor orondo, de chistera y puro, que cabalgaba a hombros de modestos campesinos. También había el otro: el que vendía, por ejemplo, pisos. Pero a ése lo despachábamos como «el especulador». El intermediario era el enemigo invisible del justo funcionamiento de la economía. Era el hombre sin rostro que impedía desde las sombras que triunfara la vocación de justicia social del régimen. Yo he escrito decenas de editoriales contra ese señor. Y todos quedaban francamente lucidos. Miren ustedes por dónde, treinta o cuarenta años después, vuelve a aparecer el fantasma del intermediario. Todos los periódicos hablan de él. Y héme aquí escribiendo de ese tipo, que ahora ya no debe tener chistera. Es un poder fáctico que pone los tomates a precio de joyería, multiplica el precio de las lechugas y hace inasequible la patata. Para comer hortalizas en España, hay que ser de clase alta. Por tanto, hay que combatir a ese intermediario. Está deteriorando el principio casi constitucional de que «España va bien». Es tan perverso, que tiene comportamientos mafiosos. Lo decía ayer el diario La Razón : «el Ministerio de Economía sospecha de la existencia de cárteles que controlan los precios y favorecen el abuso». ¡Cárteles, Dios mío! Como los que controlan el tráfico de droga. Terminarán desembarcando nabizas en Vilagarcía. Los terminará buscando Garzón. ¿Y qué piensa hacer el Gobierno, si hay nada menos que cárteles? ¡Oh, tranquilos! Lo primero que dirá es que hay competencias que corresponden a las autonomías. Y lo segundo, estudiará la situación. De momento, ya ha llegado a una conclusión histórica: hay precios que se han disparado por la ola de calor. El calor dilata los metales y los precios. Pero seguid tranquilos: el señor De Guindos, que es secretario de Estado, ya ha dicho que ahora, con la llegada del frío, todo volverá a su tamaño natural. Pero hay otra cosa que todavía puede hacer el Gobierno: crear una comisión y nombrar un comisionado. ¡Ánimo, señor Aznar! Créela ya. Hay que desenmascarar al intermediario. Hay que descubrir quién sube los precios de noche, mientras los ministros están durmiendo.

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