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FERNANDO ALLER
León

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EN EL AÑO 1994 el Gobierno socialista adquiría el compromiso de construir una autopista de peaje entre León y Benavente. Era la compensación añadida que se ofrecía a Castilla y León y a Asturias a cambio de firmar el Pacto de Financiación Autonómica con el Estado. En la firma estuvo el entonces consejero de Economía, el leonés Fernando Béker. El proyecto se frustró al impedir la ley la adjudicación de una obra de esa magnitud directamente a una empresa, la concesionaria de la autopista León-Asturias, sin concurso previo. El aplazamiento tuvo un efecto positivo, que la carretera en principio prevista con peaje se convirtiera finalmente en autovía de libre circulación. La parte negativa, como es obvio, ha estado en que se inaugura ahora una carretera que hubiera estado abierta hace ocho años, con lo que eso podría haber supuesto en desarrollo económico para la provincia. Pero no es tiempo de mirar al pasado, sino al futuro. Hoy cabe únicamente congratularse porque un proyecto largamente demandado llega a término. Ayer el ministro de Fomento inauguraba los primeros 30 kilómetros. Antes de un mes será abierto al tráfico el resto del recorrido. El Partido Popular se apunta al éxito. Recuerda que León está corrigiendo el déficit histórico en materia de infraestructuras viarias. Y en eso tienen razón. La provincia se comunica ya por todos sus puntos cardinales a través de autovías, existe salida directa hacia Francia y se han iniciado ya las dos obras que complementarán el diseño: las autovías de León-Valladolid y la Ruta de la Plata, hasta Sevilla. Es de justicia reconocer que tanto la Junta como el ministro Alvarez Cascos, en el que cabe personalizar el impulso de los últimos años, han jugado una baza definitiva en favor de León La película, vista de forma retrospectiva, podría tener este desarrollo: Angel Villalba y un miembro del gobierno regional del PP llegaron al acuerdo para el nombramiento de Luis Carrera como director general de Caja España. En un afán de protagonismo innecesario, el presidente de la entidad, Juan Manuel Nieto Nafría, hacía suyo el pacto y anunciaba al día siguiente que propondría al consejo de administración de la entidad de ahorro más inportante de Castilla y León, todavía y a pesar de todo, el nombre del técnico gallego para su nombramiento efectivo. Horas más tarde llegaba la frustración. Ocho consejeros de los 17 que conforman el consejo, rechazaban el pacto por la sencilla razón de no haber sido consultados con anterioridad. Alma de este grupo es José María Rodríguez de Francisco, que aglutina la voluntad de los dos votos de su partido en el consejo, y de los socialistas de León, aquellos que están más próximos al alcalde, Francisco Fernández, también consejero de Caja España, y que necesariamente han de hacer piña con los leonesistas para garantizar el gobierno del Ayuntamiento de León. De Francisco seguramente negará la relación expuesta, pero es evidente que Francisco Fernández no romperá por ningún candidato de Caja España la buena sintonía que mantiene con el líder leonesista. Ambos están encantados de haberse descubierto recíprocamente. Y De Francisco, que últimamente está haciendo notables esfuerzos por aparecer como político responsable más allá de intereses de boina, con mayor altura de mira, tampoco pide nada que no sea elemental: conocer al candidato para el que se le pide el voto, saber qué piensa y qué planes tiene para gestionar casi un billón y medio de pesetas, que son los recursos de la entidad. Nada, por otra parte, que no resulte fácil de corregir. Seguramente el que también ha quedado sorprendido sea el candidato a la dirección general, que recibió la noticia de su aceptación sin pensar que las relaciones políticas en León son más complicadas de lo que parece. La respuesta ha sido también lógica. Luis Carrera advierte que nunca aceptaría un cargo de tanta responsabilidad si no se le ofrece por unanimidad de los miembros del consejo de administración. Carrera tiene muy claro que la gestión de una entidad de ahorro ha de ser fundamentalmente técnica y con todos los implicados en el proyecto apoyando en la misma dirección. El que no ha descubierto la situación de su propio partido, es Angel Villalba. El secretario regional del PSOE posiblemente represente a los socialistas del resto de las provincias, pero es evidente que no lidera a su partido en León. Le ha perdido el desconocimiento y le han perdido las formas, No representaba la voluntad de las personas a las que decía representar. Jugó de farol. Ahora se disponen a tomar las riendas de la negociación los que tienen la facultad de hacerlo. Los 17 miembros del consejo y no personas interpuestas. Los responsables políticos de León y San Andrés el Rabanedo se han estrujado el cerebro y han llegado a una conclusión que ya habían advertido el común de los ciudadanos. Ambos municipios necesitan desarrollar servicios comunes, sobre todo en lo que al transporte y seguridad ciudadana se refiere. Lo incongruente es que todavía existan problemas con los autobuses, que los taxistas tengan delimitaciones que no van más allá del medianil de dos viviendas y que la policía patrulle con fronteras que nadie más percibe. Desde luego, tampoco los delincuentes. Así que diagnosticado el problema, los alcaldes de los dos municipios limítrofes han solicitado a la Junta la colaboración necesaria para crear una gran área metropolitana. De momento nadie plantea la posibilidad de que la integración llegue a la fusión de las corporaciones locales, aunque tal vez en esta cuestión influya mucho el deseo de no propiciar el aumento del desempleo político. Diría un pesimista que aquello que es susceptible de empeorar, inevitablemente empeora. Pues eso es lo que está ocurriendo en El Bierzo. La escisión del grupo de consejeros socialistas del Consejo Comarcal ya es un hecho. Ya hay cuatro grupos bajo dos siglas, porque también en el PP siguen divididos. Y todo porque no existe acuerdo sobre el reparto de sueldos. No se habla de gestión, ni de proyectos de futuro... Unicamente los consejeros están interesados en el reparto del poder y de las bicocas que acarrea. José María Aznar decidió un buen día crear la comarca administrativa del Bierzo con el fin de halagar la vanidad del pueblo y rentabilizar la apuesta en votos. No ha vuelto a hablar Aznar de la criatura creada por él, pero probablemente resultaría interesante conocer su opinión a la vista de la altura intelectual que ha adquirido el debate político en la zona.

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