Diario de León
Publicado por
JAVIER TOMÉ
León

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¡QUÉ majos son los Reyes Magos! A pesar de los miles de años que llevan cabalgando a lomos de sus camellos en la mágica noche del 5 de enero, y la intromisión de personajes como Papá Noel al que le sobran borlas y le faltan bolas, son una de las pocas cosas en las que debemos seguir creyendo a pies juntillas. Porque, ya lo dijo el sabio, ¿qué es el genio sino la capacidad de convertirse en niño? Además, los Reyes Magos han sabido evolucionar con el correr de los tiempos y ahora ofrecen un muestrario de juguetería y objetos varios más extenso que el ropero de David Beckham. En mis años mozos, los niños nos conformábamos con el clásico armamento de fogueo, los balones de reglamento, la literatura de Enid Blyton y, a modo de traca final, los imaginativos artilugios construidos por un tal Meccano. Y para las niñas, las prácticas cocinitas y un surtido de muñecos que incluía a Pimpollo y a San Blas, al que podían colgar por detrás. En la actualidad nos han cambiado los maniquís del escaparate, pero como cada cual predica para su santo, la primera elección en mi carta a los Reyes Magos era una muñeca hinchable de primer uso, algo que finalmente tuve que desestimar debido a las presiones del entorno familiar. Me seguía apeteciendo una muñeca, así que pedí y ahora tengo entre las manos a «la Huseina», esa Barbie convertida al Islam y que según sus creadores es modesta, discreta y mantiene intactos todos los valores de la religión musulmana. También entraba en mis planes el muñeco de Bin Laden que baila al ritmo de una musiquilla de corte militar, regalo que ha hecho furor en las Navidades americanas, pero me pareció excesivo que los Reyes Magos se pasaran la gran noche de las ilusiones rebuscando por las cuevas y escondites de Afganistán. Será el año que viene.

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