Diario de León

TRIBUNA

Cruz Roja y la dignidad humana

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ANSELMO CASTAÑO DEL VALLE PRESIDENTE PROVINCIAL DE CRUZ ROJA
León

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UN DESEO y una idea. Eso fue lo que impulsó al ciudadano suizo Jean Henry Dunant a fundar la Cruz Roja, hace ya 140 años. Dunant había quedado horrorizado, durante la batalla de Solferino, en Italia, al ver a los miles de soldados que yacían en el campo sin asistencia médica. Instó entonces a la población local a que acudiera al frente para socorrer a los heridos de ambos bandos. Esta labor prosiguió con la creación de sociedades de socorro de personal enfermero. Poco después se creó el Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR) y en 1864, en una conferencia diplomática en Ginebra, se funda Cruz Roja como institución. Desde entonces, hemos ido recorriendo un largo camino marcado por la concordia, la solidaridad, la entrega y, en definitiva, la búsqueda de la paz universal. Convencidos además de que la utopía es el principio de todo progreso y el diseño de un futuro mejor. Desde el primer momento en que comenzaron a funcionar las mencionadas sociedades de socorro adoptaron un emblema, una cruz roja sobre fondo blanco (el símbolo de Suiza a la inversa), con fines protectores, que sigue siendo el símbolo internacional de Cruz Roja. Los países árabes y musulmanes, por motivos religiosos (ya que asociaban la cruz con la cruz cristiana) adoptaron una media luna roja. Así, quedaron formalmente reconocidos ambos emblemas. Hoy, Día Mundial de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja, queremos renovar ese ideal solidario y de ayuda mutua que reúne a centenares de millones de hombres, mujeres y jóvenes bajo el mismo emblema. Son 97 millones de Voluntarios y Voluntarias en todo el mundo que demuestran día a día una fidelidad sin fisuras a una vocación altruista, siendo extraordinarios herederos y mantenedores de la senda iniciada por Dunant. Y que desarrollan su acción de acuerdo a unos principios fundamentales que constituyen la esencia de nuestra organización: En primer lugar humanidad: Cruz Roja se esfuerza en prevenir y aliviar el sufrimiento de los hombres en todas las circunstancias. Imparcialidad: No hace ninguna distinción de nacionalidad, raza, religión, condición social ni credo político. Neutralidad: Se abstiene de tomar parte en las hostilidades y, en todo tiempo, en las controversias de orden político, racial, religioso o ideológico. Independencia: Las Sociedades Nacionales conservan su autonomía que les permita siempra actuar de acuerdo con los principios del movimiento. Carácter voluntario: Es un movimiento de socorro voluntario y carácter desinteresado. Unidad: En cada país sólo puede existir una sociedad de la Media Luna Roja o la Cruz Roja. Y, evidentemente, universalidad. Desde siempre, nuestra tarea humanitaria, ese imperativo moral de aliviar el sufrimiento de los otros, se ha dirigido con pasos firmes hacia un objetivo claro: que una vida libre y digna sea un patrimonio de todo ser humano. Que la violencia, los desastres naturales, la exclusión social, la extrema vulnerabilidad que subyuga a millones de víctimas a lo largo y ancho del planeta sean combatidas, al menos, con el aliento de esperanza, y también con soluciones reales, inherente a la Cruz Roja. Así, no es casual que el lema elegido este año para celebrar el Día Mundial de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja sea «Proteger la dignidad humana». Creo que podemos afirmar que la dignidad es uno de los valores esenciales del ser humano y que en el mundo globalizado en el que vivimos, con terribles amenazas para la salud y la seguridad, se deben realizar todos los esfuerzos posibles para defender y aplicar el Derecho Internacional Humanitario, para prevenir los riesgos derivados de catástrofes naturales como terremotos, para reducir la vulnerabilidad frente a enfermedades como el Sida que suele afectar a grupos de por sí marginados y especialmente en los países en vías de desarrollo. Actualmente hay 14 millones de niños huérfanos por el VIH/sida en el mundo y uno de cada dos países carece de una estrategia para el cuidado y apoyo a estos niños. Esta alarmante cifra bien merece una profunda reflexión. Sólo lograremos proteger la dignidad humana y alcanzar los objetivos de respeto y comprensión mutua y de una paz duradera si hay estabilidad y seguridad, un desarrollo justo y sostenible y organizaciones de la sociedad civil. Promover la tolerancia, la inclusión social, la no violencia y el diálogo debe ser mucho más que un enunciado retórico, debe ser un empeño individual y colectivo para dibujar un futuro más justo y más esperanzador para todos. Como dijo su majestad la Reina en la Conferencia Internacional sobre la Infancia en Conflictos Armados, organizada por Cruz Roja Española en Valencia, el pasado mes de noviembre del año 2003: «Colorear los tonos oscuros, ocres, tristes y dolorosos de la guerra con los colores vivos de la paz y el respeto a los derechos de los niños es una tarea que nos dignificará como seres humanos». Hoy, de nuevo, y en un marco de gran belleza como es el Auditorio Ciudad de León, doña Sofía volverá a expresar su compromiso solidario y entregará las medallas de oro que concede Cruz Roja Española a distintas instituciones y personas que han demostrado con creces su altruismo y su humanidad. Unos continuadores del espíritu que impulsó a Jean Henry Dunant a socorrer a las víctimas de la batalla de Solferino. Entre todos hagamos posible, pues, que ese aliento de esperanza llegue a todos los rincones, a todas las almas que lo necesitan y que así la humanidad pueda seguir soñando. Porque, como dijo Roosevelt, «el futuro pertenece a quienes creen en la belleza de sus sueños».

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