Más difícil todavía

HAY que alegrarse de cualquier ampliación del movedizo territorio de la libertad. Siempre ha habido jaulas buscando a sus pájaros, pero ser libre es la vocación de todo ser humano, más que nada porque esa aproximación que llamamos felicidad para entendernos consiste en hacer siempre lo que nos dé la gana, con las menores limitaciones posibles. Siempre ha dado tanto miedo el uso de la libertad como sus represores. «Tengo la sensación de que, si me librara, sería peor», dijo Franz Kafka. Reflexione modestamente sobre estas cosas porque el Congreso ha abierto la vía para que las parejas homosexuales puedan casarse. Me parece muy bien y lo único lamentable es que hayan tardado tanto. También es bueno que el Partido Popular haya aprobado por primera vez la equiparación legal de las parejas de hecho. Un poeta dijo que «con el número dos nace la pena», pero desde antes se nos advirtió de que no es bueno que el hombre esté solo. El hombre o la mujer. Las soledades juntas se llevan mejor, aunque hay quien cree que la ventaja del matrimonio es que procura una vida de decepción muy equitativa y ninguna de las partes debe quejarse más que la otra. ¿Por qué no van a compartir sus vidas los homosexuales? Al menos tienen una cosa en común: son del mismo sexo y eso no ocurre en el matrimonio tradicional. Más difícil todavía, como se dice en el circo, va a ser otra conquista por la que se lleva tiempo luchando: revisar la norma de compatibilidades de altos cargos para garantizar la transparencia. «¡La transparencia, Dios, la transparencia!», gritó Juan Ramón Jiménez. El Gobierno socialista prometió reformas legislativas y la adopción de códigos de conducta. También se comprometió a publicar en el Boletín Oficial del Estado la declaración de bienes patrimoniales. ¿Qué hay de eso? Averiguar lo que algunos poseían al acceder al puesto es un dato fundamental para compararlo con lo que tendrán al abandonarlo. No sueltan prenda. Esos no quieren que les dejen con el culo al aire.