El fiscales un caso

SE COMPRUEBA una vez más que todo el que dice que no tiene tiempo para leer el periódico podía ahorrarse la confidencia: se le nota. Es el caso del respetado fiscal jefe de la Audiencia Nacional, Eduardo Fungairiño. Al no asomarse a las volanderas hojas de los diarios, desconoce la Historia en su tiempo presente y quizá no sepa nada acerca del triunfo de Grecia en la Eurocopa, ni del número premiado en el sorteo de la ONCE, ni de la conferencia que da un colega suyo a las ocho de la tarde. Tampoco ve nunca la televisión, sólo los documentales de la BBC, y eso es aún más extraño, aunque por supuesto no vulnera ninguna de las leyes que él debe observar y hacernos observar a todos sus vulgares compatriotas. Lo suyo es una forma de vivir, pero de vivir en Babia. Algunos parlamentarios consideran que lo que ha dicho el señor fiscal es «absolutamente inverosímil», pero eso no quiere decir que no sea verdad. ¿Cómo va a mentir el jefe de la Audiencia Nacional? Incurriría en un delito. Tampoco es probable que utilice la investigación del trágico atentado del 11-M para mostrar su minoritario sentido del humor. Una ironía exquisita, o sea, algo escindida. Nadie puede negarle al fiscal Fungairiño una gran personalidad, dadas sus confesadas costumbres, lo que sí tenemos derecho a poner en duda es si se trata de una persona contemporánea. ¿Qué lee este señor por «higiene mental»?, ¿sólo a Heideger y a Adorno? Sin duda es un buen lector, como nos ocurre a todos los que no dedicamos parte de nuestro tiempo a hacer 'footing'. Por eso es intrigante que haya dedicado tantas horas a no enterarse de la existencia de una furgoneta con detonadores. «Es la primera noticia que tengo», dijo, pero ese célebre vehículo es la principal prueba que sirve para encauzar las pesquisas en investigación orientada hacia el terrorismo islámico. No deja de ser curioso que el único español que no ha oído hablar de la furgoneta sea el fiscal jefe de la Audiencia Nacional.