Diario de León
Publicado por
MIGUEL A. VARELA
León

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QUIZÁ sí hubo un tiempo en que el teatro fue reflejo de la sociedad que lo sustentaba. Tal vez Esquilo, Shakespeare o Calderón nos han dejado huellas de un tiempo en el que el humano disfrutaba de la belleza y aprendía con ella. Ahora ya no. El reflejo de la sociedad de nuestro tiempo es la televisión y aquí el nivel de mierda ha llegado tan alto que todas las alarmas atruenan con sus gritos. Pedimos comisiones, legislación, intervencionismo, protección de la infancia frente a la nefasta presencia de Gran Hermano. Clamamos porque nuestros políticos solucionen la degradación del medio. Es inútil. Los griegos eran Edipo indefenso ante el destino y los ciudadanos salían de Epidauro estremecidos y depurados. Los españoles del XVII eran Segismundo perplejo ante el espejismo de la vida y los clientes populares de los corrales de comedias paladeaban complejidades filosóficas en una lengua de oro líquido. Ahora, la televisión somos nosotros y cuando nos horroriza ver a mister Hyde en el espejo catódico pedimos ayuda a los dioses democráticos de los parlamentos, ocupados en sus propias mezquindades cotidianas (ver la prensa diaria, incluida la local), incapaces de atender esa demanda porque ellos también son nosotros. Ya hace muchos años que Federico Fellini dijo que «la televisión es el espejo donde se refleja la derrota de todo nuestro sistema cultural». Ahora es peor porque la derrota es más brutal y nos afecta a todos. Volvamos al marxismo: «Encuentro la televisión muy educativa -señaló don Groucho-; cada vez que alguien la enciende, me retiro a otra habitación y leo un libro».

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