LA VELETA
La yihad, vigilada
LA DETENCIÓN de ocho musulmanes, supuestos miembros de una célula al servicio del integrismo coránico, evidencia que las fuerzas españolas de seguridad viven en alerta preventiva frente al terrorismo islamista. Pertenecieran los detenidos a una célula con cierta autonomía de acción o fueran un simple un hilo de la amplísima y compleja red de la «yihad» islámica, esa «guerra santa» en la que se funde todo el terrorismo de credo coránico, el hecho cierto es que, mediante esta detención, la policía española ha transmitido a la ciudadanía un mensaje de seguridad a los siete meses y unos días del trágico 11-M. Estos detenidos lucen en su biografía sin el menor sonrojo estancias en cárceles españolas por delitos comunes, y medios policiales sugieren que ha sido precisamente en esas cárceles donde esta gente se ha radicalizado y en cierto modo organizado. El ministro de Interior, José Antonio Alonso, no echó ayer las campanas al vuelo por esta operación policial, pues en ninguno de los registros realizados se encontraron armas ni explosivos, aunque se descubriera, entre papeles de mística coránica, un manual de invitación al martirio, por el que un ser humano alicatado de dinamita se convierte en artefacto de efectos letales. Dijo ayer el ministro que los detenidos realizaban una tarea de «ideación», es decir, ideaban cometer atentados, pero carecían aún de medios para realizarlos. En medios policiales se asegura, sin embargo, que ya estaban muy avanzados los contactos para la adquisición de una gran cantidad de explosivos, y que el objetivo prioritario del atentado sería la Audiencia Nacional, cuya ubicación en la madrileña calle Génova, junto a la plaza de Colón, la hace muy vulnerable al ataque de un terrorista «kamikaze». Nada más conocerse la noticia de estas detenciones, varias informaciones coincidieron en relacionar a esta célula islamista con ETA, precisando que esta banda iba a suministrar media tonelada de explosivos a los radicales islámicos. Preguntado ayer el ministro por la hipótesis de una conexión entre los dos terrorismos, respondió que las Fuerzas de Seguridad del Estado y los jueces «se conducen con datos objetivos». Y algunas fuentes policiales descartaban con rotundidad cualquier relación de los detenidos con ETA. Reconforta que se mantenga una vigilancia estrecha sobre estos inmigrantes, que ya eran residentes, interfieran sus comunicaciones y, ante el acopio de indicios, los detengan. Los antecedentes penales que los decoran son ya un signo visible no sólo para los agentes especializados en antiterrorismo sino también para todos los policías encargados de la seguridad ciudadana.