Diario de León

SIETE DÍAS

Expectativas, único fruto del año

Publicado por
FERNANDO ALLER
León

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DESDE AQUELLOS años de la transición, última mitad de la década de los setenta, es difícil encontrar otro período en el que la actividad política haya tenido mayor protagonismo que en el año que ahora concluye. La candidatura del leonés José Luis Rodríguez Zapatero a la Presidencia del Gobierno convulsionó la vida política y social en León desde muchos antes de las elecciones de la primavera. Las urnas confirmaron el anunciado por unos y negado por otros «efecto Zapatero», más allá de las repercusiones de un atentado, el mayor de la historia de España, que ha seguido marcando la agenda de la vida pública. La realidad es que las expectativas creadas por Rodríguez Zapatero como líder del socialismo español, ya habían propiciado un importante avance del PSOE en las elecciones municipales del año anterior, preludio del vuelco registrado en los comicios generales del 14 de marzo. Por primera vez el PSOE ganaba las elecciones generales en León, aunque con una diferencia de votos no muy importante. 151.000 frente a los 146.000 papeletas sumadas por el PP. La UPL fue el partido que sufrió en sus resultados el crecimiento de los demás, ya que de los 51.000 votos de cuatro años antes, apenas le quedaron 17.000 en marzo del 2004. La euforia duró poco en la casa socialista. Ocho meses después el Partido Popular recobraba la Alcaldía, al aprovechar la ruptura interna de la UPL. Mario Amilivia, que había ganado las elecciones municipales a falta de dos concejales para la mayoría absoluta, aprovechó la oportunidad que le brindaba la escisión leonesista. Muestra evidente de que en política nunca ha de darse por pronunciada la última palabra. La UPL quedó rota en dos, al abandonar el partido precisamente su mentor, Rodríguez de Francisco, que concluiría el año dando a luz unas nuevas siglas: Partido Autonomista Leonés (PAL). De Francisco no se resignaba a ser uno más en una estructura democrática. Había sido el fundador y, consecuentemente, no estaba dispuesto a compartir el poder. Incluso llegó a decir que las siglas le pertenecían, como si de la marca de un detergente se tratara. No acudió al congreso de Astorga porque creyó que sin su presencia ni siquiera asistirían militantes suficientes para formar una candidatura. Se equivocó y llevó el error de cálculo hasta el final: abandonó el partido y al ser relegado por el alcalde al estadio de segundón, vengó la afrenta devolviendo la Alcaldía a quien hasta entonces parecía su enemigo irreconciliable, Mario Amilivia. Los amantes de la futurología despiden ahora el año haciendo cábalas sobre el futuro del leonesismo como fuerza política en León. ¿Se llevará el gato al agua De Francisco con el nuevo partido? ¿Será la UPL, con Joaquín Otero, Javier Chamorro y Rubinat a la cabeza el partido que aglutine las aspiraciones autonomistas de los leoneses? Resultaría temerario responder a estas preguntas cuando aún faltan más de dos años para las próximas elecciones municipales y autonómicas. Las urnas son impredecibles. Ni siquiera el cálculo de los comensales que las dos facciones leonesistas lograron reunir para despedir el año permiten aventurar pronósticos. De Francisco reunió a más, pero en su propio llamamiento lleva implícita la parte más negativa. Apeló públicamente a los «quince mil» que en estos años ha colocado en el Ayuntamiento. Se olvidó de la ideología. Grave error. Sólo con los «colocados» no se ganan elecciones. Entre otras cosas, porque establecidas así las reglas del juego, sería terrible para las aspiraciones del candidato que todos los ciudadanos le demandaran a partir de ahora un empleo como peaje a cambio del voto. Más allá de la política, el año resultó un vacío. Puede decirse que ha sido un año exclusivamente de expectativas, pero nada más, sin realidades. Rodríguez Zapatero prometió grandes proyectos para la provincia y de forma más general para el Noroeste de España, consciente, según su propio reconocimiento, de que esta parte de la península ha sido un territorio olvidado, marginado durante décadas. Ahora León vive pendiente de que el presidente cumpla su palabra. En el fondo del ánimo colectivo, los leoneses quisieran ver algún paralelismo entre la gestión de Zapatero con respecto al Noroeste español y el desarrollo de Andalucía con la llegada de Felipe González al poder, en el año 1982, incluida la Expo sevillana en la tierra natal del presidente. A título de enunciados, continúa la ampliación de la pista del aeropuerto, pero persisten las dudas en tono a la voluntad de Aena para propiciar la rentabilidad que Lagun Air requiere. Antibióticos tampoco se consolida y aumentan los temores de cierre. La remolacha se está agriando por la política comunitaria de retirar las ayudas (sin las que el producto no sería rentable) y sólo la Construcción parece tener la suficiente fortaleza como sector creador de empleo. En la balanza positiva sin duda hay que anotar la inauguración del CTR, el centro de tratamiento de residuos vital para muchos pueblos y ciudades de la provincia y que ha salido adelante fundamentalmente porque así se lo propuso el anterior presidente de la Diputación, José Antonio Díez, frente a las zancadillas históricas de otros muchos. La Universidad festejó por todo lo alto, con la presencia de los «padres de la Constitución», su 25 Aniversario y el Musac abrió sus puertas como reclamo turístico de indudable importancia. Nada más. el resto, queda dicho, se ha quedado en expectativas. Ojalá se vean satisfechas. Que cada uno le ponga su visión optimista o de pesimismo. En todo caso, en la despedida de año de esta sección, quiero expresar a los lectores el deseo personal de que nadie falte cuando llegue el momento de hacer recuento de las expectativas ahora abiertas.

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