Diario de León

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EL 20-F desasosiega el sueño de alguno de los ministros del Gobierno. Las encuestas dicen que el «sí» será mayoritario entre las gentes que acudan a votar en el referéndum para ratificar el Tratado de la Constitución Europea. Esa es la parte buena de la cosa; pero los sondeos dicen más, dicen que la participación puede ser escasa. Ese es el origen de las pesadillas que enturbian los sueños de quienes tanto en el Gobierno como en el PSOE ven que tal y como se perfilan las cosas, el 20-F podría convertirse en el primer gran tropiezo para José Luis Rodríguez Zapatero. Miguel Ángel Moratinos me decía que el Gobierno se conformaba con que una participación del 40 por ciento. Moratinos es un esforzado aragonés al que, muy en la tradición de su tierra, nada podría arredrar, pero lo cierto es que si al final de toda la campaña que se nos viene encima resultara que, a la postre, sólo cuatro de cada diez ciudadanos se sintieran motivados para acudir a las urnas, bien podría decirse que el referéndum del 20-F habría sido un fracaso. Faltan apenas cuarenta días para el 20-F y la mayor parte de los ciudadanos manifiesta un desconocimiento total del proyecto que será sometido a votación. La gente está mucho más preocupada por la inquietante deriva del Plan Ibarretxe que por la Constitución europea. Vamos, que no hay ambiente de expectación. Por otra parte, el grado de entusiasmo de los votantes del PP (10 millones) es perfectamente descriptible. Pese a que su líder, Mariano Rajoy, tiene dicho que apoyará el «sí», entre ellos la tentación de devolverle a Zapatero el 20-F la visita del 14-M es muy fuerte.

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