Diario de León
Publicado por
HÉCTOR ÁLVAREZ GARCÍA
León

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DESPUÉS de las largas y tortuosas negociaciones y discusiones que se produjeron en la elaboración del texto constitucional europeo, en las que hubo desencuentros importantes entre los estados miembros, se decidió que el texto final de la Constitución debía de ser ratificado por todos y cada uno de los estados miembros, por uno de estos procedimientos: aprobación por los Parlamentos de los estados miembros, o por medio de referéndum, siendo «conditio sine qua non» para su entrada en vigor que todos y cada de los estados la ratifiquen. ZP, en un ejemplo más de su desastrosa política internacional, cedió a Berlusconi la firma de la Constitución Europea, que ya estaba previsto que se celebrara en Madrid a causa del terrible atentado acaecido el 11-M, a cambio de no se sabe qué porque nada se ha dicho al respecto. ZP, como hombre al que le gusta mucho la fotografía carente de contenido, ha querido marcarse una más al querer ser el primero que ratifique en su país la Carta Magna y además por referéndum. Todo ello para quedar bien ante sus nuevos amigos europeos, sin tener en absoluto en consideración las consecuencias que tan absurda premura de tiempo conlleva. Otra cuestión importante es la de que la mayoría de los países europeos van a ratificarla por la vía del referéndum. Esta decisión hay que analizarla teniendo en cuenta que es un circunstancia constatada y constatable que en todos los países europeos el porcentaje de participación en las pasadas elecciones europeas ha sido escasísimo, llegando en algunos países sólo al 20 ó al 30%, poniendo de manifiesto que una gran parte de los ciudadanos son euroescépticos, por consiguiente, parece que los únicos que confían y creen en la Unión Europea son los políticos, por lo tanto, es muy arriesgado aventurar que con semejante panorama todos los referendums acerca de la Constitución europea vayan a tener resultados positivos. El referéndum del 20 de febrero de 2005 tiene por objeto otorgar una legitimidad democrática directa a la Constitución europea, pero ¿qué legitimación se le puede dar cuando el 85% de la ciudadanía desconoce por completo el contenido del texto constitucional europeo sobre el que le demandan que se pronuncie?. Los responsables de esta situación no son los ciudadanos. Dado que vivimos en una democracia representativa, esto significa que el pueblo español no toma las decisiones directamente, sino que elige a unos representantes para que gestionen todos los asuntos públicos, lo que conduce a que los españoles no conozcan los contenidos de todas las normas, lo cual es lógico al tener otras ocupaciones, y, como consecuencia de ello, no conocen tampoco la Constitución Europea, pero son los detentadores de la soberanía popular los que tienen el deber de informar de una manera objetiva y comprensible a todos ciudadanos del contenido exacto de la Carta Magna, ya que ellos sí están obligados a conocerla bien. Por tanto, los culpables de este desconocimiento generalizado es la clase política, que no tiene el menor interés en que los españoles se enteren del contenido real y concreto de la Constitución Europea, lo único que quieren es dirigir nuestro voto al «sí» no aportándonos más argumentos de juicio que vagas generalizaciones, carentes de contenido, sobre la Constitución Europea. Creo que el nivel de participación en este referéndum va a ser inferior a la ya exigua que hubo en las elecciones europeas de junio pasado, porque al ya existente desinterés por la política europea, por causa de que los políticos no sólo no han sabido transmitir a la ciudadanía, a lo largo de los años, la incidencia que tiene en nuestra vida diaria las decisiones que se toman en la Unión Europea, si no también porque ellos mismos se han encargado de devaluar las instituciones políticas de Europa al considerarlas como un perfecto retiro paradisiaco de personas que ya han llegado al ocaso de sus carreras políticas. Considero que, a nada que cada español reflexione sobre el objeto del referéndum, se dará cuenta de que en conciencia no sabe si será beneficiosa o no la Constitución para España dado que nadie se ha preocupado es explicársela y se dará cuenta del absurdo que representa manifestar una opinión a favor o en contra sobre algo que se desconoce profundamente.

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