Diario de León
Publicado por
JOSÉ CAVERO
León

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LA LUNA de miel de PSOE y PP pudo haber durado, tal vez, una decena de días, desde el momento en que se produce el encuentro de Zapatero y Rajoy y ambos acuerdan hacer un frente conjunto y compartido tanto al plan Ibarretxe, como a futuras reformas estatutarias y constitucionales, sobre unos criterios básicos o elementales. Cuentan en medios políticos que hubo un debate previo, en la dirección del PP, sobre la conveniencia de hacer esa oferta de cooperación con el Gobierno, y que en tal consideración se puso de manifiesto la radical resistencia de Ángel Acebes a dar la menor facilidad al Gobierno, ni en esa ni en materia alguna. De manera que a la primera oportunidad, Acebes y sus fieles ultraconservadores y antigubernamentales aprovecharan la ocasión para extremar su forma de hacer oposición. La manifestación del pasado sábado fue esa ocasión. Ya de antemano, la convocatoria, en la carta divulgada no hablaba de dar apoyo a las víctimas del terrorismo sino de manifestarse contra la política del Gobierno en materia de lucha antiterrorista, incluso con argumentos falsificados: la puesta en libertad de algunos de los etarras más sanguinarios no es fruto de las reformas legislativas emprendidas por los socialistas, precisamente. En esa convocatoria se rozó la pervivencia del pacto antiterrorista, nada menos. Luego llegaron los errores del Gobierno: la detención de militantes del PP, aunque fuera por unas horas, por causa de la agresión dialéctica contra José Bono, es de todo punto injustificable. Y servía al PP para «dar la vuelta a la tortilla»: el acusado se convertía en airado acusador. Ángel Acebes, Esperanza Aguirre y el segundo de ésta, Ignacio González, estuvieron a tono con una elevación del tono de la gran bronca. Mucho más moderado ha resultado Rajoy, nuevamente superado por los modos de algunos de los suyos, que cubren el frente más ultramontano de quienes no terminan de asumir la derrota en las urnas de marzo. Finalmente, todo quedará en nada porque a nadie interesa la bronca permanente. Es inminente el debate del Plan Ibarretxe, que por cierto, planteará con bastantes probabilidades un grave conflicto jurídico si nadie acude al Congreso a defender el plan del lendakari. El Parlamento de Vitoria no determinará hasta el lunes si envía uno, dos o tres defensores a Madrid. O ninguno. Y nuevamente podría tener Batasuna el voto decisivo para que, por ejemplo, sea Ibarretxe quien haga la defensa de «su» plan secesionista. ¿Quién pudiera hacerlo mejor, con más pasión, con más entrenamiento previo? Pero hay otra pregunta: ¿Decae el proyecto vasco si faltara defensor? Esa incertidumbre explica el insólito reto de Rajoy: si el lendakari no viene a Madrid será un cobarde y debiera dimitir de su cargo.

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