Diario de León

TRIBUNA

Alarma social: el machismo mata

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GRUPO PROMETEO. HOMBRES POR LA IGUALDAD (LEÓN)
León

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E L LUNES 17 de enero de 2005 un grupo de neonazis golpearon salvajemente hasta dejar inconsciente a una alumna de la Escuela de Artes y Oficios de la ciudad de León cuando iba a entrar a clase, por el mero hecho de ser la novia de un joven militante de izquierdas. La esperaban a la entrada de la escuela y tras golpearla con un bate en la cabeza, cuando estaba inconsciente en el suelo, la grabaron con una navaja la señal de la esvástica nazi (una cruz gamada) en la mejilla. No fue una agresión al azar o improvisada. Fue una acción consciente e intencionada que perseguía amedrentar y atemorizar a una joven que ya había sido agredida con anterioridad y que, contrariamente a la práctica habitual, no había permanecido en silencio, tratando de ocultar los hechos y pasar desapercibida. Había denunciado en los juzgados esa agresión inicial, que había sucedido a comienzos de diciembre del 2004, cuando estaba sacando fotos en el río Bernesga. Al grito de «esto es una lección para tu novio comunista» dos componentes de este grupo neonazi de extrema derecha (BAS) la emprendieron a patadas con ella. Cuando han sido llamados por el juzgado para declarar en un juicio de faltas a raíz de esta denuncia de la joven practicaron lo que suelen hacer habitualmente: llevar la agresión al extremo para aterrorizar a las víctimas y que éstas se retracten, llamadas telefónicas amenazantes, anónimos por debajo de la puerta de su casa con la esvástica y la frase: «hasta tu muerte», haciéndole saber claramente que saben dónde vive, cuál es su número de teléfono, por donde anda, la ruta que sigue de la escuela a su casa, etcétera. Un proceso de acoso y agresión psicológica que, para cargarlo de contundencia, acaba convirtiéndose en marcar para toda la vida a la víctima en la cara una cruz gamada. Un ritual salvaje que nos recuerda en la época de la esclavitud, las prácticas de aquellos fanáticos racistas del Ku-klus-clan. Las mujeres han padecido todo tipo de agresiones a lo largo de la historia. Siempre ha habido hombres que las han considerado culpables de los más extraños y diferentes «pecados», que habían de ser castigados. Y siempre ha habido hombres dispuestos a ello. Pero creíamos haber llegado a una sociedad en la que todos y todas, no sólo condenábamos este tipo de violencia contra las mujeres, sino que además nos habíamos dotado de estrategias legales y penales suficientes para erradicar este tipo de violencia. El problema en la ciudad de León es que, además, esta violencia está organizada. Se había denunciado y reconocido a los agresores de esta joven, se conocían las amenazas y los anónimos, pero no se hizo nada por evitar la nueva agresión. Y hasta que no la maten, no nos llevaremos las manos a la cabeza y aplicaremos la ley -que la hay- con toda su contundencia contra este tipo de agresiones. Ayer a por inmigrantes y así murió la dominicana Lucrecia; después a por homosexuales o travestís y le tocó el turno a Sonia en Barcelona; ahora a por mendigos o toxicómanos y asesinaron a Jesús Sánchez en Malasaña; después a por jóvenes que les miran y mataron a Richard en Alcorcón. Hoy, aquí en León, a por mujeres que son novias de chicos que piensan diferentes a ellos y¿ ¿también acabarán por matarla? La violencia de estos colectivos de extrema derecha se nutre de una cultura patriarcal asentada sobre las bases de un machismo extremo, semejante al que exhiben los hombres maltratadores. Se centran en personas en situaciones de indefensión o que consideran vulnerables, especialmente inmigrantes, mujeres, etcétera. Y les imponen una ley de violencia y agresión ante la cual las víctimas se sienten impotentes. En las calles, cuando están estos grupos, quedan suspendidos los derechos de los ciudadanos y las ciudadanas. En este caso, por ser la novia, por querer y haberse enamorado de una persona que piensa diferente a ellos. Las mujeres parecen no tener derechos, no ya a pensar de forma diferente, ni siquiera a querer a personas que piensen de forma diferente. Y se les agrede por el sólo hecho de tener relación con esta persona. Esta violencia hacia esta chica no es obra de un grupo de locos. Este grupo de neonazis violento sabe lo que hace y por qué lo hace, le va bien y de momento le funciona, busca coherencia en su justificación y quiere dar crédito a sus amenazas. La fuerza y la violación de los derechos fundamentales de esta joven han sido su herramienta para mantener a un ser humano acosado y silenciado, conscientes de la dificultad que tiene su víctima de probar y soportar este tipo de violencia y agresión. En España la lista de asesinatos realizados por skins es de considerar y aun más amplia es la serie de agresiones con resultado de heridas graves, parálisis por golpes en la cabeza, etcétera, que han ido configurando los resultados de una violencia difusa organizada y orientada por grupos ideológicos ultras creando una auténtica alarma social. La persistencia de las agresiones, la extensión urbana del problema, la gravedad de los atentados contrastan con la trivialización del fenómeno que realizan en ámbitos policiales y políticos. Restarle importancia, confundir con el eufemismo de «tribus urbanas», reducirlo a un problema de pandillas, etcétera, todo para eludir la verdadera naturaleza del tema: la existencia de bandas organizadas de violentos neonazis. Además crecen, se extienden alimentados en ambientes machistas futbolísticos ultras, discotecas y pubs de mucha tralla y «fiesta» y se arman fácilmente con material paramilitar «patriótico». Mientras tanto, la sensación de impunidad e impotencia popular crece ante estos grupos organizados y que, todos y todas pensamos, «se pueden volver contra nosotros y nosotras» si no nos callamos. Es preciso que los poderes públicos arbitren medidas que garanticen la tutela efectiva de los derechos de las víctimas y el castigo de los culpables. Es necesario cuestionar en la educación y en los medios de comunicación los conceptos tradicionales de masculinidad para evitar que los modelos que originan violencia se sigan reproduciendo. Pero sobre todo, es preciso responsabilizarnos todos y todas de acabar con la indiferencia y la resignación que nos hace cómplices de una intolerancia que degrada a la humanidad. Cada vez que agreden o matan a una mujer, nos agreden y matan a todos y todas un poco y nos recuerda la vileza cainita de quien con su silencio contribuye a que todo siga igual. En Sabadell se ha llevado a cabo un plan actuaciones de choque para frenar, pero sobre todo prevenir, la violencia generada por grupos neonazis, y que se centra en ámbitos como por ejemplo la educación, la atención a la salud y la juventud. El Grupo Prometeo, Hombres por la Igualdad, exigimos a las autoridades de León que se implante también en esta provincia un plan semejante que prevenga la violencia de género de carácter neonazi que se está consolidando en nuestra ciudad. Ya no se trata de un hombre maltratador, sino de un grupo maltratador, organizado, consciente y deliberadamente por y para ello.

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