Diario de León

DESDE LA CORTE

Tres segundos para la historia

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FERNANDO ONEGA
León

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LA INFORMACIÓN también rejuvenece a las personas. Hoy, por ejemplo, estamos como hace quince años: hablando de las comisiones ilegales -siempre presuntas, por supuesto- con que dicen que se financian algunos partidos. Si este cronista hiciera el ejercicio de recuperar los comentarios que escribió entonces, vería que algunos tienen plena validez en 2.005. Como entonces, se trata de un rumor sobre una práctica extendida. Como entonces, se asegura que es imposible conseguir la adjudicación de una obra pública sin «pasar por ventanilla». Las únicas diferencias son éstas: se trata de una denuncia pública, en sede parlamentaria, de un presidente de gobierno. Se trata de una acusación a un partido concreto, CiU, que sólo ha sido retirada cuando ese partido hizo algo que Josep Piqué calificó como «chantaje»: amenazar con retirar su apoyo al nonato estatuto de autonomía de Cataluña y suspender las relaciones institucionales. Y, por último, tenemos un comportamiento distinto de las autoridades judiciales. Ahora, el fiscal José María Mena se apresura a iniciar investigaciones. Hay antecedentes que hacen suponer que este fiscal estaría encantado de desmontar el tinglado del pujolismo. ¿Lo conseguirá? ¡Qué difícil, señor fiscal! Un hombre experimentado, porque ha sido alcalde y ahora es consejero de la Generalitat, Joaquim Nadal, cree, como casi todos, que se pagan esas comisiones. Pero es casi imposible seguir su rastro. Nadie deja huellas. La única forma de encontrar una prueba sería, según Nadal, que alguien hubiera cometido alguna torpeza. Y eso, por Dios, es sumamente improbable. Estamos hablando de gente que se ha especializado. Tiene que aparecer el contable despedido y vengativo, que guarda documentos, como aquel que hizo saltar el escándalo de Filesa. Anotado eso, fíjense ustedes con qué facilidad se hace saltar por los aires un mito político. Hasta el jueves por la tarde, existía la convicción general de que la Cataluña política era el ejemplo de buenos modos, de diálogo y consenso. La llamada «vía catalana» era la muestra que se enseñaba a los vascos para redactar un estatuto de autonomía aceptado por todos. Pero bastó esta denuncia y el espectáculo de su retirada para echar todo abajo. Ahora, el «oasis catalán» es un campo de batalla. Interviene el fiscal. Piqué, cuyo partido nunca pudo cobrar, porque nunca tuvo responsabilidades de gobierno en aquella comunidad, pide la dimisión de Maragall. Y Artur Mas amenaza con todas las acciones judiciales para que le devuelvan la honra a su partido. Para tal resultado no hizo falta una gran acción política. Todo se consiguió en tres segundos: los que tardó Maragall en decir: «su problema es el tres por ciento».

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