Diario de León

TRIBUNA

El olvido del patrimonio

Publicado por
JOSÉ IGNACIO MARTÍN BENITO
León

Creado:

Actualizado:

CANTA El Cigala, acompañado por la música de Bebo Valdés, aquello de: «Hoy tu nombre se me olvida». Y continuaba: «Se me olvidó que te olvidé/ y como nunca te encontré/ entre las sombras escondidas». También en el patrimonio, como en el amor, el olvido puede enterrar la memoria. Algo así está ocurriendo con el patrimonio cultural de esta comunidad. Sus gestores más directos, que son los que tienen las competencias, parecen entonar también «la canción del olvido». En este caso, la Junta de Castilla y León y, en concreto, la consejera de Cultura, Silvia Clemente. Recientemente hemos sabido que Castilla y León está en el furgón de cola en todos los índices de Bienes de Interés Cultural en España (BIC). La Consejería de Cultura no sólo ha ralentizado el ritmo de nuevos expedientes de declaración, sino que se ha olvidado de los que esperaban desde hace lustros en sus archivos. Castilla y León es la más extensa de todas las comunidades autónomas españolas (91.147 kilómetros cuadrados). Sin embargo, no es la región que cuenta con mayor número de BIC. Estamos por detrás de Baleares, Cataluña y Andalucía. Los datos resultan más escandalosos cuando aplicamos criterios de extensión territorial o de media provincial. En el primer caso, Castilla y León ocupa el décimo cuarto lugar en relación con las 17 comunidades autónomas (un BIC cada 56, 54 kilómetros cuadrados), muy lejos de Baleares, Cataluña, Madrid, País Vasco, Cantabria, Comunidad Valenciana, Canarias, La Rioja o Andalucía). En el segundo caso, Castilla y León tiene sólo una media de 185 BIC por provincia, por detrás de Baleares, Cataluña, Madrid, Andalucía, Comunidad Valenciana, Asturias, Cantabria, Murcia, Navarra y Aragón. Si aplicamos la media de BIC por municipio, nuestra región ocupa el penúltimo lugar de las 17 comunidades autónomas. Lo mismo sucede cuando aplicamos la media de BIC por parroquia. Las cifras oficiales no se corresponden ni histórica, ni culturalmente, con el potencial que atesoran las nueve provincias de la comunidad. Sólo la ineficacia de los responsables regionales en materia de patrimonio ha conducido a esta situación. No sólo se ponen en marcha expedientes de nueva incoación, sino que se olvida la resolución de los pendientes. En la provincia de León diecisiete inmuebles esperan ser declarados BIC, entre ellos diez conjuntos históricos. La Junta se ha olvidado, seguramente por ineficacia, de desempolvar estos expedientes. De entre ellos, destacan: las villas de Sahagún, Grajal de Campos y Molinaseca, pendientes desde 1975; de esta fecha es también el inicio del expediente del casco antiguo de la villa e iglesia parroquial de Bembibre. Pero si León espera, El Bierzo suspira. El Bierzo es un amante olvidado, tal vez despechado, por parte de la Junta de Castilla y León. Aparte de Molinaseca y Bembibre hay que añadir el casco antiguo de Ponferrada y el pueblo de Peñalba de Santiago, pendientes de resolución desde 1976, así como los conjuntos históricos de Salas de los Barrios, Villar de los Barrios y Lombillos de los Barrios (Ponferrada). A propósito de Peñalba. Muy pronto estará dispuesta la restauración de la iglesia que ha llevado a cabo durante los últimos años la Fundación del Patrimonio Histórico de Castilla y León, con el esfuerzo inversor de las Cajas de Ahorro. Sería un buen momento para que la consejera Clemente se acordara que, después de 35 años de espera, el pueblo bien merece la resolución final de ese expediente olvidado y goce definitivamente de la declaración de Bien de Interés Cultural. No estará de más, tampoco, que en aras de promocionar el patrimonio berciano, la Junta y la propia Diputación Provincial, mejoraran los accesos por carretera tanto a Peñalba como a San Pedro de Montes. Un patrimonio de esta envergadura no puede permitirse el lujo de estar infravalorado e infrautilizado. Por otro lado, la Junta ha enviado al olvido a los hórreos y pallozas bercianas. El conjunto de Campo del Agua, El Regueiral y Las Valiñas, en Villafranca del Bierzo, único en Castilla y León, fue incoado el 27 de agosto de 2002. Sin embargo, conforme a la nueva Ley de Patrimonio de 12 de julio de 2002, la Consejería de Cultura lo ha dejado caducar en agosto de 2004, al cumplirse dos años de ser abierto el expediente, sin que se fuera resuelto. Ello significa que este singular conjunto ha perdido no sólo el reconocimiento de la «marca de calidad» que supone la declaración de BIC, sino que se ha quedado sin la protección que esta figura supone. El caso de los hórreos y pallozas no es el único BIC que la consejera de Cultura y Turismo, Silvia Clemente, ha dejado caducar. Ha ocurrido otro tanto en Segovia, Soria y Burgos. En estas dos últimas afectaba a las icnitas -huellas de dinosaurios-. Sólo ante la denuncia pública que hizo el PSOE, que los expedientes habían caducado, la Junta de Gobierno, bajo la presidencia de Herrera, tuvo que declararlos por vía de urgencia una semana después, enmendando así el olvido y la ineficacia de la Consejera Silvia Clemente. Resulta paradójico que esta consejera gestione a la vez Cultura y Turismo, teniendo en cuenta que ambas se complementan. Aprovechar los recursos patrimoniales que tiene la comunidad debería ser el norte de la consejería, pues son uno de los mejores activos con los que contamos. Un patrimonio cultural puesto en valor es una de las bases del turismo de interior. Pero ello hay que ponerlo en práctica y para eso es menester tener capacidad e iniciativa, dos virtudes que no parecen acompañar a los actuales gestores de Valladolid. Desde luego, no parece ser el caso de Silvia Clemente, más en la línea de hacer declaraciones, a diestro y siniestro, que de hacer gestión. Esto último, la gestión, es lo que se espera de un político. Aquí, sencillamente, lo que está pasando es que no se trabaja, pendiente más de la imagen y del escaparate que de la efectividad. Con gestores así, ya se sabe donde vamos. De momento estamos en el furgón de cola de las comunidades autónomas de España. León y El Bierzo, mientras tanto, esperando que alguien los recuerde. Su patrimonio histórico, artístico y cultural no merece el desaire ni el olvido. Al contrario, esperan el reconocimiento y el impulso de sus valores patrimoniales.

tracking