Diario de León

LA VELETA

Viudas a la intemperie

León

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HE ESPERADO unas semanas para ver si, en su carrera por atender las demandas sociales, el presidente Zapatero anunciaba a bombo y platillo medidas de fondo para un colectivo español numeroso y abandonado. Pero no parece que ése sea uno de sus objetivos prioritarios o es que tiene otros más importantes, como, por ejemplo, el del colectivo homosexual y, pronto, el de los transexuales. Me refiero a las viudas españolas, un colectivo millonario que lleva años abandonado, maltratado y olvidado. Perder a la persona amada, con la que se ha planeado pasar toda una vida, es muy duro, pero luego viene lo peor: no sólo falta la pareja, sino que la viuda pierde el cincuenta por ciento de sus recursos económicos. Hablo de las viudas porque hay bastantes más que viudos y porque son ellas las que sufren una grave injusticia: cuando muere el marido, la mujer ve reducida su pensión al 52 por ciento de la base reguladora de cotización del marido. De golpe. Y si ese 52 por ciento fuera digno, no protestarían. Pero ese 52 por ciento es inferior casi siempre al salario mínimo interprofesional, en la mayoría de los casos no llega a los 400 euros al mes y, en muchos, apenas se acerca a los 500. Una miseria que impide vivir con dignidad. Por eso, 1.200 viudas, en representación de un colectivo millonario, pedían en León hace unas semanas que las pensiones de viudedad se equiparen al salario mínimo, que se fijen sobre el 70 por ciento de la base de cotización del marido y otras ayudas sociales. ¿A alguien le parece injusto? ¿Por qué, si los gastos de la mujer, más aún si tiene hijos, siguen siendo prácticamente los mismos -agua, luz, casa, alimentación, vestido, contribución-, se reduce a la mitad lo que perciben? No tiene ningún sentido que la muerte de un marido que ha cotizado 10, 20 o 30 años, deje a su mujer en la miseria. ¿Tienen derechos las viudas? Parece que menos que otros ciudadanos. Como son un colectivo silencioso, olvidado, cuya preocupación es sobrevivir y sacar adelante a sus hijos en soledad, y como no hay un Día del Orgullo de las Viudas, ni tienen papeles estelares en todas las series y en todos los programas de televisión, el presidente Rodríguez Zapatero no se hace la foto con ellas en el palacio de La Moncloa. La mayor parte de ellas se limitan a tragarse sus lágrimas y piensan que no cuentan para nadie. Y puede que tengan razón. Son una inmensa minoría silenciosa. Y el silencio no vende.

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