Diario de León

EN EL FILO

Cuarenta y ocho dos veces

Publicado por
JOSÉ CAVERO
León

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DESPUÉS DE QUE, durante todo el pasado fin de semana, los letreros luminosos de la Dirección General de Tráfico hayan advertido en las autovías sobre los cuarenta y ocho muertos procedidos en el fin de semana anterior, se trataba de comprobar la eficacia de esa advertencia y, sobre todo, de la entrada en vigor de la nueva Ley de Seguridad Vial, que trae consigo una serie de penalizaciones mayores, con multas económicas severas y cuantiosas para las infracciones de tráfico más corrientes: superar los límites de velocidad establecidos, conducir sin el cinturón de seguridad abrochado, hablar por el teléfono móvil mientras se conduce... Bueno, pues todo ese refuerzo de sanciones y de advertencias no ha servido para nada. El director general, Pere Navarro, después de haber advertido que sería una tragedia que se repitiera la cifra del medio centenar de muertos registrados en el mismo fin de semana del año anterior, ha tenido que servir el dato nada confortable y consolador: 48 muertos, tantos como en el primer fin de semana de estas vacaciones de agosto que están resultando tan pavorosamente trágicas en las carreteras españolas. ¿Y todavía tenemos valor y atrevimiento para hablar de otras tragedias más o menos próximas en el tiempo y en el lugar? ¿Dan más de sí los once muertos del incendio forestal del Alto Tajo, las víctimas mortales de cada día en el choque permanente de invasores e invadidos en Irak, las tragedias de cada día en el tráfico negrero de las pateras y de buques repletos de inmigrantes que buscan la prosperidad de Occidente? La tragedia la tenemos entre nosotros, cada fin de semana, y ni cesa ni se rebaja, aunque pudo haberlo parecido durante algunas semanas, cuando llegó a su cargo el referido director general y sus procedimientos de mayor severidad con el delincuente de la carretera. La Ley de Seguridad Vial que ha entrado ya en vigor se nos ha presentado como una primera entrega del carné de conducir por puntos, en el que ahora se colocan muchas esperanzas de poner alguna clase de remedio, cuando menos de alivio, a esa espectacular e incesante tragedia de la carretera. Pero, con el aperitivo de este pasado fin de semana de la Asunción, ya empieza a preocupar a la sociedad en general que tenga mayor utilidad y provecho el cambio de procedimiento para, en definitiva, lograr idénticos fines: menos muertos en el tráfico de las carreteras españolas. Parece imprescindible pensar en un número espectacular de conductores enloquecidos, irreflexivos, alejados de toda actitud de prudencia, cuando no suicidas, cada vez que la carretera arroja unas cifras tan espantosas como las del comienzo y mediados de agosto de este infausto 2005.

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