Una «opa» sobre la inteligencia joven

LA VOZ DE GALICIA abría su edición del domingo con una sorprendente información: «Madrid capta a los mejores estudiantes gallegos con becas de 4.500 euros». Vista la letra pequeña de la noticia, esta labor de captación de la inteligencia joven se desarrolla en todo el territorio español. Todos aquellos alumnos con una media superior al 9,3 en el Bachillerato pueden acceder, y de hecho acceden, a esas extraordinarias ayudas al estudio que, como decía la crónica de E. Clemente y A. Posillo, pueden ser denominadas «becas de excelencia». Se puede decir, por tanto, que el gobierno de Esperanza Aguirre ha comenzado a salir de caza; a cazar talento por la geografía nacional. La munición que usa es la que tienen siempre las comunidades más ricas: dinero. El objetivo podría ser muy noble y digno de elogio si se quedara en lo que parece: una ayuda a los mejores o, como dicen las fundaciones privadas que invierten en promoción educativa, un intento de que «ningún talento se quede sin su oportunidad por falta de recursos económicos». Pero no es eso, o no es sólo eso. Lo que pretende Madrid, según confesó la directora general de Universidades, es elevar el nivel de los centros superiores de la Comunidad y captar para ésta los mejores profesionales, anunciados por un brillante expediente. Es decir, que se está promoviendo, estimulando y ejecutando a la luz del día una fuga de cerebros de otras autonomías. Y eso no se hace por universidades privadas que, al fin y al cabo, tienen la obligación de competir en el mercado de la educación y de ganar en la carrera de la excelencia. Se hace desde una Administración pública, en un curioso sentido de la solidaridad interregional. La nueva forma que tienen los ricos de destacar sobre los pobres es quitarles a base de becas los mejores expedientes académicos. Eso, señores, es una opa sobre la juventud, aunque no tenga que informarla la Comisión del Mercado de Valores. Dicho en la terminología que puso de moda la opa de Gas Natural sobre Endesa, la comunidad más fuerte introduce el semen de su poderío en el cuerpo de las demás, con la esperanza de obtener en unos años dos frutos: una Universidad propia con mejores expedientes y una fuerza productiva futura más selecta que el resto de España. Es un asunto serio. ¿Qué deben hacer las restantes comunidades autónomas? Despabilar. Y despabilar es competir; igualar, por lo menos, las condiciones económicas que ofrece Madrid; defender su talento autóctono frente a una cacería organizada a base de dinero. De lo contrario, en el medio plazo asistiremos a la descapitalización intelectual de sus universidades y de su juventud. Y veremos nacer una nueva forma de centralismo: el del talento.