Diario de León
Publicado por
MANUEL ALCÁNTARA
León

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DICTAR leyes justas, oportunas y ecuánimes es especialmente difícil cuando los legisladores residen en regiones antípodas de la perspicacia. Ya se han hecho cálculos y resulta que las pausas para fumar van a costarle a las empresas catorce jornadas al año por cada empleado, pero eso no es lo peor. Lo más grave, lo que ya está creando insolidaridad, es la lógica protesta por los privilegios de los fumadores, que tienen derecho a salir a la calle en plena jornada laboral para fumarse un cigarrito, estirar las piernas y comentar cómo se las ha arreglado Florentino Pérez para conseguir que el Real Madrid esté tan lejos del Barça. La gente suele decir eso de «a vivir, que son cuatro días y dos lloviendo», pero ahora entramos en el cuarto día sin fumar y algunos preferirían no tener paraguas a no tener tabaco. Es horroroso tener que salir a la calle después de comer, a la hora del café, para fumarse un pitillo. Se enfrían las conversaciones de sobremesa y se hacen añicos las costumbres donde tradicionalmente encontrábamos nuestra pequeña ración de felicidad diaria. Tuve que hacerlo el otro día y menos mal que en Málaga no hay intemperie, pero tengo que ir a Madrid dentro de nada y allí puede ser terrible. O cambio de hábitos o cambio de restaurantes. Menos mal que fumo en casa. Soy «artesano en mi hogar». Las aceras se han llenado de colillas, como en otros tiempos, cuando como no había sida había colilleros que se apresuraban a llevárselas. Eran los Años Triunfales, había muchos pobres y los pobres ya se sabe, nunca han sabido escoger una buena época para vivir.

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