Firmas en las aulas
En 1985 el terrorista Luis Posada Carriles, se encontraba preso en el penal de San Carlos de Venezuela, por su participación en el sabotaje de un avión cubano en las islas Barbados donde murieron 73 personas. Este terrorista, cuya extradición de Estados Unido s reclama ahora Fidel Castro, fue liberado entonces por el líder anticastrista Jorge Mas Canosa, sobornando a los funcionarios de prisiones. Mas Canosa que también fue amigo de José María Aznar y que estuvo muy ligado a la mafia americana, lo había intentado anteriormente en dos ocasiones; en 1982 y 1984 y mientras Posada Carriles estuvo preso, Mas Canosa era quien le enviaba paquetes a la celda en los que se incluía dinero, comida y electrodomésticos. A este individuo Felipe González y Cándido Velázquez, entonces presidente de Telefónica, le vendieron Sintel, cuando era empresa pública. Dice el refrán «quien juega con fuego acaba quemándose». Esta muestra de sabiduría popular conlleva múltiples aplicaciones, pues se refiere evidentemente a la imprudencia de manejar riesgos que pueden ser muy difíciles o imposibles de controlar. Y ¿qué tiene que ver lo anterior con el título que encabeza estas reflexiones que humildemente expongo, nacidas no sólo de mi condición de médico, sino también de ciudadano, de ser humano, y de presunto futuro afectado ¿Por qué tomo la pluma para exponer, criticar e incluso denunciar unos hechos que a mi juicio podrían determinar un alto riesgo no sólo para las vidas y haciendas de varios cientos de habitantes de esta provincia sino también para el medio ambiente, concretamente un área de reserva hídrica? Pues bien, sépase que mi domicilio familiar se ubica en La Carrera de Otero, municipio de Villaobispo de Otero, a escasos kilómetros de Astorga. Que en dicho municipio se intenta instalar una granja de más de 1.400 cerdos. Que los habitantes de las localidades próximas se han opuesto con la firma de aproximadamente el 90% de la población. Que en los terrenos adquiridos para la construcción de las naves de porcino existen unos acuíferos de los que se extrae el agua para consumo humano susceptibles de ser contaminados. Que la contaminación de purines de porcino constituye un elevado riesgo para la salud y bienestar de la población, traduciéndose en aumento de la incidencia de cáncer, enfermedades digestivas y riesgo mortal para los lactantes cuyos biberones se compongan con el agua contaminada. Todo ello debería de constituir un freno para la ubicación de esa industria y otras similares en dicha zona. No obstante, a pesar de ello, las autoridades competentes han concedido el plácet medioambiental, apostillando, eso sí, unas medidas correctoras «de seguridad». El problema está en que si dichas medidas de seguridad fallan no nos daremos cuenta hasta que la contaminación nos afecte, en estos casos no hay sirenas ni alarmas que nos prevengan. ¿Nos quieren comprar nuestra salud y nuestras vidas con compensaciones económicas para nuestros herederos? No se me tache de opositor al progreso, el desarrollo o a la industria, no se trata aquí de impedir actividades legítimas, sino de que éstas sean ubicadas allí donde no exista el riesgo, por mínimo que sea, de afectar negativamente a la vida, salud y bienestar de los seres humanos. La población de las localidades afectadas, a través de sus juntas vecinales, de tan arraigada tradición y representatividad en nuestra región, en discusión democrática y a mano alzada ha delegado en un grupo de representantes para la oposición por todos los medios democráticos, legales y pacíficos, no por ello exentos de toda firmeza, a la instalación de industrias contaminantes, nocivas o peligrosas en el Municipio de Villaobispo de Otero. Pido públicamente a todas las autoridades competentes, en aras de su responsabilidad y buen gobierno que se opongan a la ubicación de este tipo de industrias en zonas de riesgo, puesto que «prevenir es mejor que curar». José Antonio Mariño Ramírez (León). Florentino (León).