Diario de León
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FEDERICO ABASCAL
León

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NO PUEDE OCULTARSE que el mutis de José Bono le ha venido a Zapatero como agua de mayo, para el riego de su más ambicioso proyecto, que es el cese de la violencia terrorista, versión ETA. Los dos ministerios más concernidos en la lucha contra el terrorismo son los de Defensa e Interior, ocupados ahora, tras el desplazamiento de Alonso a Defensa, por dos personas en las que el presidente del Gobierno tiene máxima confianza. Ministro de Interior será nada menos que Alfredo Pérez Rubalcaba, el hombre para el que no existe el menor secreto en La Moncloa y el que provee a Zapatero, en la medida en que éste las necesita, de ideas y estrategias. En el departamento de Defensa hay dos factores clave en la lucha contra el terrorismo: la Guardia Civil, por su condición militarizada, y el CNI, nuestro servicio de Inteligencia. José Antonio Alonso, por su formación eminentemente jurídica, dará a Defensa un barniz menos político, mientras que Rubalcaba, sin politizar necesariamente Interior, desplegará desde allí todas sus habilidades, que son muchas y contrastadas, en el proceso de paz que ha abierto el alto el fuego etarra. Requería el mutis del ministro Bono explicaciones convincentes, y explicaciones se dieron muchas, larguísimas las del ministro saliente, y escuetas, pero llenas de afecto hacia el amigo que se iba, las del presidente del Gobierno. Bono habría decidido abandonar la vida política, aunque a la espera de lo que el mando opine sobre los cargos del ya ex titular de Defensa en el organigrama del partido. La reacción del PP ante esta remodelación del ejecutivo ha sido más bien agria, como si Rubalcaba fuera a convertirse a partir de ahora en nueva diana para los dardos populares. En un tono que se diferenciaba muy poco del empleado por Martínez Pujalte, Mariano Rajoy insistió en que el nombramiento de Rubalcaba no es buena noticia. Aprovechó el número dos del PSOE, José Blanco, para decir que Rajoy había levantado nuevamente «la bandera de la radicalidad» y despreciado una ocasión para no criticar a un ministro del que depende en gran medida la lucha contra el terrorismo. Preocupa así en algunos sectores el efecto que pueda tener esta actitud popular en el clima de entendimiento que, sobre el proceso de paz, se habría iniciado entre el Gobierno y el principal partido de la oposición. Blanco, sin embargo, no creía que esta remodelación fuera a afectar negativamente en ese terreno, «a no ser que el PP tenga una actitud predeterminada». Instala Zapatero a dos hombres de su confianza en el puesto de mando desde el que dirigirá la estrategia de pacificación y, de paso, se libra de un ministro que gustaba de airear sus divergencias. 1397124194

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