Diario de León

TRIBUNA

Centro experimental del Bierzo

Publicado por
CÉSAR DOPAZO
León

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Mis declaraciones en relación con el Centro Experimental de El Bierzo (CEEB), solicitadas inesperadamente durante mi última visita a León y aparecidas en algún medio, han podido resultar demasiado esquemáticas para quienes no conozcan los antecedentes y molestas para aquellos que proponen visiones alternativas. Mis argumentos son los siguientes: 1. Los objetivos, el alcance, los plazos, las necesidades y la estrategia del CEEB tienen muy poco que ver con los de otros proyectos (ITER) o centros (CERN) internacionales. En el CEEB se propone investigar, por un lado, la combustión de carbón con oxígeno y, por otro, la separación del dióxido de carbono (CO2) de los otros gases generados, con su almacenamiento en formaciones geológicas estables. La primera parte requiere solamente la integración racional, en un proyecto distribuido geográficamente, de los pocos grupos de excelencia españoles existentes. En lo concerniente al CO2 existe escasa experiencia en España, no es técnicamente trivial y tiene implicaciones medioambientales importantes. 2. España no cuenta con empresas tecnológicas, como Ansaldo, Mitsubishi o Siemens, que puedan utilizar los resultados del CEEB, si los hubiere. Sin ese tipo de empresas es altamente improbable que la investigación llegue al mercado. Incorporar empresas extranjeras al proyecto, en caso de que aceptaran, implicaría que el contribuyente español subvencionaría con sus impuestos el desarrollo tecnológico de otros países. 3. El sector eléctrico ha venido históricamente adquiriendo las mejores tecnologías disponibles en el mercado, como usuario final de las mismas, y explotándolas con éxito. Sin embargo, sus incursiones en el pasado en el terreno del desarrollo tecnológico no han tenido en el campo de la combustión resultados positivos. 4. En una nueva aventura de I+D existen grandes dificultades para atraer investigadores e ingenieros de excelencia. Estos buscan, en primer lugar, un grupo estable de colegas de alto nivel científico y técnico con los que interaccionar y, también, unas instalaciones únicas de las que no dispongan en sus lugares habituales de trabajo. Es muy probable que el proyecto del CEEB no pueda ofrecer ninguna de esas oportunidades, ni a corto ni a medio plazo, lo que conllevaría problemas para reclutar y estabilizar una plantilla científico-técnica de calidad. 5. Existe una «escuela española de combustión», conectada internacionalmente con los mejores centros y colegas del mundo, cuya creación se debe al leonés Amable Liñán. Este equipo podría aportar su experiencia y contactos internacionales a la parte de combustión con oxígeno del proyecto. ¿No sorprende que no se haya contado con algún componente de esta «escuela» para formar parte del Comité Científico del proyecto del CEEB y sólo se haya solicitado su opinión sobre hechos consumados? Al margen del proyecto de El Bierzo, ninguno de los investigadores de esta escuela participa en los recientemente asignados proyectos estratégicos sobre energía. Un gestor público debiera preguntarse el porqué de esta situación anómala que excluye grupos y centros de prestigio de unos proyectos multimillonarios que se han anunciado como la solución al fracaso secular español en I+D. La inconsistencia que supone invertir recursos para formar y mantener grupos de excelencia que, luego, se ignoran es superlativa. A mitad de marzo de 2006 un grupo de once investigadores españoles enviamos una extensa carta al, entonces, Secretario de Estado de Universidades e Investigación. Los argumentos anteriores se explicaban con detalle y se proponían acciones que pensábamos podrían tener un efecto positivo para el proyecto del CEEB. Entre otras, para evitar la endogamia, se sugería la creación de un panel internacional formado por los más prestigiosos investigadores e ingenieros; su tarea debería ser la de emitir un veredicto, con la información mínima no sesgada a priori, sobre objetivos y estrategia del proyecto del CEEB. Imagino que los firmantes de esta carta, a la que no ha habido contestación, pasarán a engrosar, junto al que suscribe esta nota, el censo de «tontones e ignorantes, cuyas apreciaciones tienen poco que ver con la realidad». Sin embargo, estos compañeros y los colegas de sus grupos son los investigadores españoles que la comunidad internacional de combustión reconoce y respeta. Las declaraciones irreales y la huída hacia adelante contribuyen muy poco a la solución del problema. Conozco bien el tema de la combustión porque he dedicado mi vida profesional a investigar algunos aspectos básicos y aplicados de la misma, estos últimos en colaboración con empresas nacionales e internacionales. Además, sigo muy de cerca, como profesional interesado que forma parte de grupos asesores de la Comisión Europea, los desarrollos en y alternativas a la separación y almacenamiento de CO2. Como conocedor del tema me siento obligado a opinar sobre el mismo y como ciudadano tengo el derecho a hacer llegar mis críticas a los gestores públicos. Dicho lo anterior, desearía no volver a opinar sobre este asunto ni contestar a alegatos inverosímiles. Quien tenga que tomar decisiones, que lo haga. Me gustaría, incluso, equivocarme y que el proyecto del CEEB tuviera un éxito sonado y un impacto socioeconómico notable en mi querida tierra.

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