Diario de León

DESDE LA CORTE

Objetivo: que el PP se autoexcluya

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FERNANDO ÓNEGA
León

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VAYA por Dios. Una vez más, Mariano Rajoy abandonó La Moncloa sin tener «una idea clara» de los planes de Zapatero. Hablaron durante hora y cuarto, pero en lenguaje tan evanescente y difuso, que el líder de la oposición volvió a su partido sin saber muy bien para qué había sido convocado. No me sorprende, porque a Zapatero se le entiende poco y mal en los últimos tiempos. No recordamos un dirigente cuyos mensajes hayan sido tan contradictoriamente interpretados. Con Rajoy no podía ocurrir de otra forma. Debe ser que Zapatero hace política de penumbra, y trata de no cegar al interlocutor con un exceso de claridad. Así las cosas, después de escuchar al líder del PP y a la vicepresidenta Fernández de la Vega, cabe una interpretación: en el gobierno hay un lenguaje oficial y un lenguaje oculto. El lenguaje oficial habla de diálogo y unidad de las fuerzas políticas. Y quede claro: de todas las fuerzas políticas. El oculto tiene asumido que el PP no estará en nada que no sea el Pacto contra el Terrorismo y, en consecuencia, hay que buscar el consenso sin él. Ante eso, todos nos hacemos una pregunta: ¿cómo se puede hablar de unidad, si falta un partido que representa a diez millones de votantes? El gobierno tiene la solución: que el PP se autoexcluya. Por lo tanto, en la reunión de ayer no se buscó tanto el acuerdo como el señalamiento de un responsable de que no haya acuerdo. A esa conclusión conducen las palabras de la vicepresidenta cuando atribuye al gobierno la «mano tendida». Traducido al castellano ordinario, significa que Fernández de la Vega ha puesto en marcha un discurso que dibuja al gobierno como el bueno que quiere y ofrece diálogo, obedece a los deseos y al mandato de unidad de la sociedad española y busca una estrategia común. El malo es el Partido Popular que hasta ahora ha hecho «oídos sordos» y es la gran excepción entre las fuerzas políticas que buscan la paz. Así suena el ceremonial de contactos que ayer comenzó. Yo supongo que el ideal es que, si existe un pacto, aunque temporalmente roto, se rehabilite y se abra a las demás fuerzas políticas, incluidas las nacionalistas. Es lo que tenemos derecho a pedir y esperar los contribuyentes. Para ello «sólo» se requiere la generosidad del PP y de esas fuerzas. ¿Por qué no es posible? Por dos razones. Una, porque ese pacto rechaza la negociación con ETA. Y dos, porque aquí no se busca sólo acabar con el terrorismo. Se busca, como tarea más urgente, salvar la cara rota del gobierno y traspasar el deterioro al adversario electoral. Así que de mano tendida, poco. De unidad total, nada. Y de intención electoral, todo. Como dijo Bono en una ocasión, se piensa más en el voto que en el bien del país.

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