Diario de León
Publicado por
PANCHO PURROY
León

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LOS HONGOS venenosos son conocidos, hecho que no impide a una serie de panolis ingerir setas pérfidas, oronjas verdes y lepiotas sanguinarias y acudir a urgencias a que les salven la vida por imbéciles. Los anfibios destacan por constituir un grupo muy amenazado. De las aproximadamente seis mil especies identificadas, hay dos mil que se encuentran con problemas, un 33% superior al de la tasa de mamíferos (23%) y aves (12%) en peligro. Sus enemigos tradicionales habían sido la lluvia ácida, la contaminación y la alteración de los aguazales donde viven o desovan. Saltó la alarma en los años ochenta cuando empezaron a extinguirse especies en entornos donde la incidencia de estos factores era mínima o nula. Así ocurrió con el sapo dorado de Costa Rica que residía en el Bosque Nublado de Monteverde, un parque protegido, y desapareció por completo en tres años. La respuesta llegó en 1998 cuando se descubrió un hongo quitridio (Batrachochytrium dendrobatidis) que se alimenta de la queratina presente en la piel de los anfibios. Se trata de una enfermedad nueva, emergente, devastadora para ranas, ranitas y sapos. Sorprendentemente, los hongos presentes en ejemplares muertos de sitios tan distantes como Panamá o Australia son iguales en morfología y genética, lo que hace suponer que han sido introducidos por los humanos a partir de ranas criadas para laboratorio o consumo, caso de la rana toro americana, o con otros fines, como el sapo de caña llevado desde Centroamérica a Australia para controlar una plaga de escarabajos. El hongo afecta en España a varios anfibios y se ha estudiado su efecto en las especies de Peñalara, donde cría el sapo común y el partero. Se ha demostrado que el hongo se desarrolla sobre todo a 23ºC y muere a partir de los 31ºC, La montaña del Guadarrama ha pasado de ser zona fría a zona fresca, alcanzándose el umbral que favorece el crecimiento del hongo. El cambio climático ha hecho virulento al patógeno.

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