Diario de León
Publicado por
FEDERICO ABASCAL
León

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DIJO AYER el presidente Zapatero que los españoles y las españolas somos a partir de ahora «absolutamente iguales», y lo dijo poco antes de que fuera aprobada en el Congreso, con la abstención del grupo popular, la Ley de Igualdad, última gran reforma social de su Gobierno. El baño de entusiasmado feminismo que le ofreció al pie de los leones de la cámara un grupo de feministas en activo debió consolar a Zapatero de los baños de multitudes en los que viene zambulléndose su adversario Rajoy. La nueva estrategia socialista trata de que el presidente salga en descubierta para frenar el tremendo acoso al que le somete la plana mayor del PP, y así pudo escuchársele decir que iba a lanzar hacia el BOE la ley que equipara en toda suerte de derechos a hombres y mujeres, tanto en bajas por maternidad y paternidad como en paridad de sexos en los consejos de administración. Va a entrar dentro de pocos días en vigor esta ley absolutamente igualitaria, pero su articulado no va a imponerse coercitivamente desde el primer momento, pues para que el Banco Santander tenga en su más alto consejo a tantas mujeres como hombres aún falta un tiempo de ajuste de estructuras y mentalidades. Pero es indudable que la ley nace con el fin de promover las condiciones para que la libertad y la igualdad de los ciudadanos sean reales y efectivas, y de remover los obstáculos que impida o dificulte su plenitud. Desde Gerona no se mostraba Rajoy tan conforme con esta ley, pues el liberalismo popular no entiende que se impongan «cuotas en los consejos de administración ni en ningún otro lugar» y, además, el líder del PP recordaba que hay muchas cosas que hacer, sugiriendo que son de mayor importancia, «y nosotros las vamos a poner en marcha». El pasado requiere a menudo que se le haga justicia, y el recuerdo de Clara Campoamor, la mujer que defendió y, gracias a su apasionado razonamiento, consiguió en 1931, en las primera Cortes republicanas del siglo, el voto para la mujer bien merecía el recuerdo-homenaje que ayer le rindió Zapatero. La diputada se veía rodeada en su escaño por un cerco de hombres que valoraban a la mujer muy cicateramente, y ni siquiera la otra mujer de la cámara, Victoria Kent, dentro del grupo socialista, le prestó el más mínimo apoyo. De ahí puede extraerse la moraleja de que una sola mujer, cargada de buenas razones, puede doblar el espinazo parlamentario a unos centenares de hombres. Se opuso a la ley por el PP la diputada Susana Camarero sin argumentos especialmente eficaces, tales como el de que la paridad va dirigida a las élites, lo cual no parece totalmente inexacto, pues la norma igualitaria habla más de la mujer en los consejos de administración que en las minas de carbón, a las que ni siquiera mencionaría, pero pocas dudas caben de que una ley de este empaque no va a ser derogada por ningún partido en el futuro, por razones obvias, gracias a lo cual la sociedad española va a ir adaptándose a ella, posiblemente a ritmos cambiantes. No hay en el planeta al parecer una ley más igualitaria y, por lo tanto, progresista que la aprobada ayer, lo cual pone una nueva perla en la corona progresista de la legislatura de Zapatero, al que la oposición del PP no le deja disfrutar de sus grandes iniciativas sociales.

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