Diario de León

DESDE LA CORTE

Reformas imposibles

Publicado por
FERNANDO ÓNEGA
León

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YA LO sabíamos todos, pero Rodríguez Zapatero lo confirmó en el Senado: no hay posibilidad de reformar la Constitución, porque es factible un acuerdo entre el gobierno y el Partido Popular. Lo que estamos viendo en los últimos días, en las últimas semanas y en los últimos meses es que no hay posibilidad de acuerdo en casi nada. Ni en esas grandes cuestiones, ni en las pequeñas. Si sale adelante algún pacto, como el de la presidencia de RTVE, es por algún milagro. Pero ni se renueva el Consejo del Poder Judicial, ni se arreglan de forma conjunta los daños a la economía de los desbarajustes de la Comisión del Mercado de Valores, ni nada de nada. Lo peor es lo que viene. Cada día que pasa estamos un poco más cerca de las elecciones, aunque falten once meses, y ya se han cerrado las puertas del entendimiento. Aquí todo es batalla, y en la batalla sólo se busca la caída del adversario. El cuadro es el siguiente: por parte del poder, se trata de no dar ni agua a la oposición, no sea que ponga a crecer. Por parte de la oposición, el objetivo es acorralar al gobierno y, dado que empieza a dar síntomas de cansancio y falta de capacidad de reacción, golpearlo en el cuadrilátero. A ambos fines de dedican los dos contendientes como todo entusiasmo. Los finales de legislatura suelen ser así, y hay que tomarlo con filosofía. Los problemas concretos del país pasan a segundo término, y la prioridad absoluta es el mantenimiento o la conquista del poder. Algunos factores sobrevenidos vienen a alentar esas estrategias. El sí probable al entendimiento del nacionalismo vasco con un PP victorioso ha tenido el efecto de elevar la moral de las huestes de Rajoy y observan eufóricas cómo su acoso no ha tenido tan malos resultados como se sospechaba. Así que, por una parte, continuará el asedio y, por otra, la defensa numantina. Y yo digo: si el clima político ya no permite ningún acuerdo; si la falta de ese consenso es perjudicial para el país; si provoca cansancio y hastío en una sociedad que desea algo más constructivo; si, por todo ello, la legislatura está agotada o se ha vuelto improductiva, ¿qué sentido tiene continuarla hasta el final? ¿Vale para algo mantener esta tensión durante once meses más? Y, mirando a los intereses de quien tiene que disolver las Cortes, que es el señor Rodríguez Zapatero, ¿saca algún provecho de lo que empieza a ser una agonía, y además sin perspectivas próximas de recuperación en la intención de voto? Mi respuesta es no. La legislatura empieza a vivir de forma artificial. El gobierno parece un equipo de fútbol cansado y pidiendo la hora. La mejor solución empieza a ser que se disuelvan las Cortes y se llame a las urnas. No tiene mucho sentido continuar.

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