El séptimo sello

LA ESTAFA filatélica de Fórum y Afinsa, que ha afectado a medio millón de personas, ha cumplido un año. Está muy bajita para su edad, pero sigue ocupando muchas conversaciones. Hay gente que ve el problema con todo desapasionamiento y dice que si las víctimas hubieran depositado su dinero en Bancos y Cajas solventes no habrían llegado a serlo. En su opinión ha sido la avaricia la que ha roto no sólo el saco, sino la saca de Correos. No me parece que sea una visión certera de las cosas. Lo que ocurre es que olvidaron que en España hay muchas personas que no tienen vergüenza ni para pegar un sello. El gran Santiago Rusiñol, al que lo que más le gustaba después de pintar jardines, era reírse, propuso una vez un experimento para demostrar la desconfianza de sus contemporáneos. Llenó un carrito con auténticas monedas de duro. Un tesoro hablando en plata. Y puso un letrero que decía: «Se dan duros a cuatro pesetas». Quería contradecir el célebre dicho y estaba dispuesto, con tal de divertirse, a perder algunas monedas. Pues bien, «sólo picaron tres», según cuenta. Todo el mundo desconfió de la insólita oferta. Se acercaban los palurdos, tocaban las monedas, incluso las mordían, y las depositaban otra vez en el carrito, sospechando que habría algún truco. «A mí no me la pega nadie», se decían. Si hubiesen adoptado idéntica actitud los más de cien mil afectados por Fórum y Afinsa no estarían hoy presentando una demanda contra el Estado por la vía contencioso administrativa. La primera, que fue por la vía penal, fue rechazada. Vendrán otras, hasta la séptima. Feo asunto. Eso de emprender acciones legales contra el Estado sólo tiene un buen final en algunas películas americanas. Entre nosotros los guionistas tienen menos imaginación. O prefieren la realidad.