Diario de León

DESDE LA CORTE

La «imprudencia» del Rey

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FERNANDO ÓNEGA
León

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SI USTEDES oyen alguna tertulia, es posible que hayan llegado a esta conclusión: Su Majestad el Rey ha metido la pata soberanamente, nunca mejor dicho. Fue el martes pasado, pero todavía ayer se debatía, porque después vinieron los ecos políticos: el «nunca comento al Rey» de Rajoy y los elogios de Ibarretxe o de Llamazares. Como la izquierda saca banderas republicanas a la calle y los nacionalistas no suelen ser entusiastas de la Corona española, Carlos Herrera lanzaba ayer esta advertencia: «Cuidado, Señor, que quienes le aplauden son los que están deseando mandarle al exilio». ¿Qué hizo el Rey para convertirse en objeto de controversia política? Nada. El problema está en cómo se usan sus palabras, porque a él le preguntaron sobre ETA, y dijo que no opinaba. Después le preguntaron por la paz del Ulster, y dijo lo que sabemos: que es un acuerdo magnífico; que esos pasos requieren mucho tiempo, pero que hay que intentarlos. Con agudeza se dio cuenta de que podría ser mal interpretado y añadió que Irlanda del Norte y el País Vasco son muy distintos, y ahí terminó su informal conversación con los periodistas. No fueron unas declaraciones, sino el habitual «corrillo» que se organiza en torno a él, y cuyo contenido nunca se publica. ¿Dónde está, por tanto, la «imprudencia» real? Este cronista no la encuentra por ninguna parte. De haber alguna imprudencia, ha sido la de algunos medios que rompieron la costumbre de discreción ante los comentarios informales del Rey, y no sólo publicaron las palabras reales, sino que las publicaron sin el matiz de las diferencias entre Euskadi y el Ulster. Y de hacer un reproche, debe dirigirse a quienes se pasan media vida preguntando qué piensa la Corona, por qué no habla en determinados momentos y, cuando se expresa, le llaman imprudente. Pues bien: aunque el Rey tuviera puesta su mirada en el País Vasco, no sugirió ninguna cesión. No tomó posición de partido, ni nada que se le parezca. No ha censurado a nadie. Ha dicho, sencillamente, que el acuerdo del Ulster «había que intentarlo». Y digo yo: si hubiera pensado en el País Vasco, ¿qué pasa? ¿Es tan grave lo que ha dicho? ¿No habíamos quedado en que Don Juan Carlos es del Rey de «todos los españoles»? Pero no le demos vueltas. Lo que ocurrió, en el fondo, es que la derecha -más la sociológica que la política- sintió que las palabras del Rey podrían beneficiar a Zapatero, y eso se perdona mal. No ha sido así, y lo saben, pero los calentones electorales llevan a esas conclusiones. Hay gentes capaces de criticar lo básico, la Monarquía, con tal de salvar a sus ídolo s ideológicos. Y basta que una España aplauda, para que la otra media se ponga en guardia. Este país es así.

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