Diario de León

TRIBUNA

Sicilia y la «Cosa Nostra»

Publicado por
CARMEN BUSMAYOR
León

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Sin duda Sicilia da para hablar mucho. Viajar a ella supone toparse con un mundo colmado de sorprendente belleza natural, además de abrazar en firme el regalo artístico. ¿Qué otra cosa puede decirse, por ejemplo, de Siracusa, Taormina, Agrigento, Cefalú, Monreale, la propia Catania o el populoso Palermo, junto con su majestad el Etna, cuya negrura este tiempo se halla cubierta de consistente y gélida nieve, lo que no es óbice para que desde un pequeño, previsible y controlado enfado nos haya vomitado, apenas ida la Semana Santa, algunas rojas calenturas? Eso, eso y algo más puede decirse. Mas a propósito de Semana Santa, resulta curioso, pero Sicilia es muy poco semanasantera, al menos en lo que a procesiones se refiere. Pocas y de mucha flojera, a raíz de lo visto o vivido. Es más, alguna como la que tuvo lugar este último Jueves Santo por las calles palermitanas sencillamente puede catalogarse de amago procesional.¿Pues como llamaría usted a aquellos cuatro hombres vestidos de romanos a caballo, seguidos por otros seis de similar vestimenta , tamborileros y trompeteros, a quienes continuaba una cruz desnuda y otros siete varones a modo de papones , haciéndose paso entre viandantes y vehículos, que ni siquiera un guardia municipal los protegía del caos circulatorio reinante en la ciudad? La verdad es que en tema procesional los españoles estamos arriba, muy arriba y la comparación... Mejor pasemos a otro asunto. Que otro asunto bien distinto son las largas colas de jóvenes en torno a los chiringuitos donde se sirven saludables bocadillos de carne caballar, que no sé por qué en nuestro solar patrio se rechaza tanto dicha carne, cuando unos buenos filetes de potro son poco menos que «bocata di cardinale», que, sin lugar a dudas, de vivir hoy Don Quijote en vez de palomino, duelos y quebrantos, los incluiría en su dieta y seguro que la sesera le funcionaría mucho mejor. Eso sin olvidar la magnífica pasta con que ocupamos, o nos ocupan, reiteradamente el estómago. Como también distinto, para mal, es el tráfico. ¡Horrible! Apenas semáforos, algo más abundantes, pero muy pocos respetados, los pasos de cebra, motos que se suben a las aceras con tres pasajeros sin casco. Vamos, que a una, cantidad de veces le asalta el pánico, se siente vendida, mayormente en Palermo, y hasta duda de la existencia del carnet por puntos por más que le insistan en lo contrario. Pero no, no me he olvidado. ¿Quién puede olvidarse de la Cosa Nostra a la hora de hablar de Sicilia? Imposible. En toda esta tierra aires mafiosos se respiran. Es como una nube invisible, soltadora de tufos preocupantes, de modo especial en Palermo, sin duda porque en esta ciudad, sede de los extraordinarios teatros Politeama y Massimo, el crimen organizado ha dejado una descollante, sanguinolenta y supurante impronta, llamada Giovanni Falcone y Paolo Borsellino. Ambos, destacados jueces antimafia, amigos entre sí, fueron dinamitados por los capos en su camino de propulsores de la libertad popular. Falcone, su esposa, la también juez, Francesca Morvillo, y tres escoltas fueron víctimas de un atentado con explosivos el 23 de mayo del 92 en una autopista en las inmediaciones palermitanas. Sépase, además, que este juez brillante, honesto, insobornable y combativo, como Borsellino, comulgador era, en parte, con el credo de John Kennedy, de donde con frecuencia repetía sus salutíferas y valerosas palabras: «Un hombre debe hacer aquello que su deber le dicta, cualesquiera que sean las consecuencias personales, cualesquiera que sean los obstáculos, el peligro o la presión. Esta es la base de toda moralidad humana». Lástima de este juez de quien nuestro Garzón se ha confesado admirador: «Desde siempre he tenido a Falcone como un gran profesional y como modelo». De este super-juez siempre presente en la mente y el corazón del pueblo siciliano. Por eso no resulta extraño que aún hoy los conductores nativos al pasar por la autopista donde fue asesinado moderen la velocidad en señal de respeto y cariño, como tampoco sorprende que el aeropuerto de Palermo se denomine «Aeroporto Falcone Borsellino», en memoria asimismo del segundo, asesinado de parecida forma, junto con sus escoltas, tan sólo dos meses después. Penoso, muy penoso que tales defensores de los oprimidos se hayan ido de forma tan injusta como brutal. No obstante su semilla ha fructificado. Basta con fijarse en las numerosas manifestaciones antimafia, en las abundantes y expresivas pintadas «No mafia», y sobre todo en los carteles de los candidatos a las elecciones municipales de mayo. Hay uno que jamás puede pasar desapercibido. Me refiero al de Rita Borsellino, candidata por el Centro Izquierda a la presidencia de la región. Sí, la hermana corajuda de Paolo, que tras su muerte ha tomado el testigo. Políticos como ella son los que necesitan los sicilianos para librarse de ese horror que es la Cosa Nostra. Ojalá que Santa Rosalía, patrona palermitana, junto con Santa Águeda, catanesa , a la vez que la santa más venerada de la isla, le ayuden a alcanzar el triunfo. Supondría un feliz cambio histórico

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