Diario de León

EL B ALCÓN DEL PUEBLO

Invitación al optimismo

Publicado por
JUAN F. PÉREZ CHENCHO
León

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ME SUDABAN las manos. Eran los calambres de la incertidumbre, no el calor sofocante. Se disputaba la penúltima y decisiva etapa del Tour: una contrarreloj en la que un español de Pinto podía quedar entre su pueblo y Valdemoro. O sea, en terreno de la gloria o del desencanto. El muchacho, Alberto Contador, 24 ños, líder y mejor joven de la ronda gala, debía defender el amarillo para entrar en la historia de otros inconos sagrados del pedal: Eddy Merckx, Anquetil o Gimondi. O para ampliar la nómina de oro de campeones españoles en París: Bahamontes, Ocaña, Perico Delgado e Indurain. Y lo logró. Fue épico. Seguí la prueba bajo la caricia del aire acondicionado y, aun así, me sudaban las manos. Es virtual ganador de un Tour que ha contado con otros cinco españoles entre los diez primeros clasificados: Sastre, Zubeldia, Valverde, Astarloza y Pereiro. Magnífico. Pero entre corte y corte publicitario, busqué tema para asomarme al balcón. Y me incliné por esta reflexión: el cierre del curso político coincide con una situación inmejorable de la economía española. El desempleo está ya por debajo del 8% y nuestro país exhibe el mayor crecimiento de la UE. Estas cifras, tal y como recalcó el presidente del Gobierno, son un fuerte aliento para el conjunto de los españoles y permiten encarar los próximos años con optimismo redoblado. La buena macha en general de España es comentada con admiración por el resto de los socios europeos. Sin embargo, como ya se sabe, hay gente en nuestro propio país, a la que la buena marcha de la nación le amarga su ideología. En otros «balcones» he voceado las reacciones del PP y de la Iglesia Católica intentando ennegrecer la situación española. A otros a los que se les indigesta la buena situación es los nacionalistas vascos y catalanes. Esta semana hemos tenido prueba de ello. Primero con el exabrupto de Anasagasti sobre la Familia Real. Anasagasti fue en su día mano derecha de Arzalluz. Durante el primer gobierno de Aznar comía todos los lunes el cocido en el Ritz con el vicepresidente Álvarez Cascos y su Gemma de entonces para mantener al Ejecutivo popular. Ahora, el político de la ensaimada capilar s e ha decolgado con unas declaraciones impresentables. Probablemente obedecen a una lucha por el poder dentro del PNV. Por su parte, los nacionalistas catalanes han aprovechado el apagón de Barcelona para culpar al Gobierno de Madrid de la falta de inversiones. Como se sabe, el actual ministro de Industria es catalán. Y el anterior ministro de Industria es el presidente de la Generalitat. Y la presidenta de la CNE es de Barcelona. Ninguno de ellos, pues, es sospechoso de tener a la Ciudad Condal en el olvido. Lo que pasa es que quien se instala en el pensamiento estúpido y todavía no se ha preguntado por qué una gran parte de ciudadanos no fueron a votar el Estatuto en las últimas elecciones; se conforman con inventarse enemigos externos. Por fortuna, la marcha del conjunto de España y el espíritu de la mayoría de los españoles va a dejar seguir dejando sin argumentos a los oportunistas, a los fanáticos y a los resentidos. Igual que dejó Al berto Contador a toda la tropa del Tour sin los suyos: a los tramposos y a los que lucharon como titanes por arrebatarle la gloria.

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