Diario de León
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PEDRO BAÑOS BAJO
León

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LA RECIENTE noticia de que el candidato republicano a la presidencia de los EEUU, John McCain, había flirteado con el partido demócrata hace unos años, sin duda responde a lo que va a ser su estrategia principal en la dura campaña que se avecina por hacerse con los votos de los norteamericanos. En la actual esfera política de la gran mayoría de los países demócratas, en la que es difícil observar diferencias notables en los programas económicos, al haber abiertamente apostado, tanto izquierdas como derechas, por el liberalismo y el mercado libre, dejando la participación del Estado únicamente para sectores estratégicos, tan sólo se puede jugar, en la medida de lo posible, con el nacionalismo y las medidas sociales. Dejando al margen la cuestión de la guerra de Irak, sabedores todos los contendientes políticos que la ventaja geopolítica que significa tener asentadas tropas numerosas en tan vital zona del mundo impide una retirada significativa al menos en 10 años, a lo que se añade la percepción de un pueblo que, a diferencia del europeo, todavía cree en la solución militar a cuestiones de política internacional, el debate se va a centrar en la cuestión social. Y ahí es donde McCain va a apostar fuerte. Las posiciones más radicales de su partido han ido cediendo paso a este político, mucho más moderado e incluso considerado díscolo para los republicanos más viscerales. Pero es precisamente esta carencia de extremismo político la que le puede dar la victoria, atacando directamente a la línea de flotación del partido demócrata, el cual, en primera instancia, parecería ser el candidato oficial, tanto por el cambio de signo político propio del juego democrático, como por un posible desgaste republicano provocado por los 4.000 militares fallecidos en Irak. Conocedor de que los avances sociales logrados son muy difíciles de subvertir, de que hay que mirar más a las necesidades, intereses y preferencias reales del pueblo y menos a lo que a los políticos les gustaría que fuese la sociedad, McCain se ha convertido así en un valedor de los inmigrantes ilegales, a los que ha prometido ir entregando la ciudadanía, apoya la unión civil entre personas del mismo sexo y ha mantenido fuertes pugnas contra la industria del tabaco, al tiempo que ha sido uno de los pocos políticos republicanos en proponer fuertes medidas de control para paliar el cambio climático, por citar sólo algunos ejemplos. En pocas palabras, McCain va a reinterpretar la política y a intentar ser lo que el histórico Eduardo Dato fue en la política española: un político conservador profundamente sensible a las cuestiones sociales. El McCainismo está en marcha.

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