Diario de León

CON VIENTO FRESCO

Conocer la Edad Media

Publicado por
JOSÉ A. BALBOA DE PAZ
León

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A ÚLTIMOS de julio, en el monasterio de Carracedo, acompañé a Manuel Carriedo en la presentación de su libro Vida medieval en el municipio de Carracedelo, editado por el ayuntamiento que preside Raúl Valcarce. Había bastante gente y mucho cariño hacia su persona. Manuel Carriedo, además de director del Centro de Documentación y del Archivo Histórico de Caja España, es un investigador competente y sobre todo una persona buena y encantadora. Para los historiadores es un conocido medievalista leonés, especializado en la Alta Edad Media, cuya documentación domina con maestría. Desde hace muchos años, de forma callada, investiga sobre esos oscuros tiempos del Reino de León, sobre los que ha publicado, en las más prestigiosas revistas de investigación, más de ochenta artículos inteligentes y apasionados. El pasado año, con motivo del XI centenario del nacimiento de san Rosendo, Carriedo publicó una magnífica biografía de este personaje con el título de Sanctus Rudesindus, que en Galicia tuvo muy buena acogida, pero que en nuestra tierra ha pasado bastante desapercibida, por su escasa difusión. El personaje, que nació en el año 907, tuvo una extraordinaria importancia en el siglo X no sólo como obispo y fundador monástico -lo fue de Celanova-, sino por la influencia política, religiosa y cultural que irradió por toda Galicia, hasta el punto de ser uno de sus más preclaros hijos. Pero san Rosendo tuvo igualmente una proyección enorme en el Reino de León, no en vano mantuvo lazos muy estrechos con la monarquía leonesa y con muchos de los personajes de aquella época. Fue de linaje real y de la estirpe del conde berciano Gatón. El libro es una exhaustiva biografía que utiliza un impresionante aparato crítico y una abundante bibliografía. Es una pena que no haya tenido mayor difusión. El último libro presentado tiene un carácter más local, pero no menos interesante; pues estudia el discurrir del municipio de Carracedelo desde el año 751 hasta el 1200. Carriedo ha seleccionado noventa jugosos documentos de fuentes diversas, que permiten hacernos una idea de los orígenes del poblamiento, el papel de los monasterios y las comunidades aldeanas, las condiciones económicas y sociales de la época. Lo ha hecho además con una metodología que combina el rigor de las fuentes, que ha tenido la paciencia de traducir del latín a un castellano moderno y asequible para el público, con la amenidad y la pasión que le caracterizan. El resultado es una obra que recrea el ambiente de un municipio berciano en los años más oscuros de la Edad Media. Lo ha hecho, hay que reconocerlo, porque Carracedelo cuenta con una documentación de la que muy pocos municipios pueden presumir. Ambos libros de Manuel Carriedo tienen mucho en común. No sólo la pasión por la Edad Media, época que últimamente goza de un interés morboso para cierto público, por obras de contenido esotérico sobre el mundo templario o los orígenes del cristianismo, sino porque, al contrario que en éstas, el rigor de las fuentes y la objetividad de los análisis permiten comprender mejor un tiempo, hoy denigrado por seudointelectuales que no ven en él más que miseria y sumisión, que constituye una parte fundamental de nuestra historia, la que nos ha hecho como somos y, por ello, debemos digerirla bien para no atragantarnos con las tonterías que a veces se dicen de ella, especialmente sobre el papel del cristianismo, que es raíz y seña de identidad de la europeo y lo español.

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